BANQUILLO CULTURAL

 

POR: SEVERO FRANCISCO MAR MORALES

 

 

“EL CAMINO Y TRANSITAR ENTRE LA

VIDA Y LA MUERTE”

 

PRIMERA DE DOS PARTES

 

 

 

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

…Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas…

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡VIDA, ESTAMOS EN PAZ!

 

AMADO NERVO

 

 

 

El término VIDA, acorde con lo señalado por el Diccionario de la Lengua Española (que por cierto va su Edición 24), entre otras definiciones expresa que es el tiempo que transcurre desde el nacimiento de un ser humano, hasta su muerte o hasta el presente; también lo define como la fuerza o actividad esencial mediante la que obra el ser que la posee; por otra parte, también señala que es la actividad que desarrolla una persona o una comunidad.

Por el contrario, el concepto MUERTE, en el pensamiento tradicional, es la separación del cuerpo y el alma; también lo es la cesación o término de la vida; en el derecho antiguo significa la extinción de toda capacidad jurídica de un reo aun cuando se conservase en vida.

Suele afirmarse con justa razón que la vida es el principio de las cosas, y alguien que tiene vida es un ser capaz de tener movimiento propio. Hoy en día, en este mundo tan convulsionado por situaciones inéditas y recónditas que se viven en el mundo entero derivado de la Pandemia COVID-19, sé es más vulnerable emocionalmente hablando y más frágil nuestro cuerpo, y por ende se debiera valorar más el privilegio de la vida misma. Desde luego a partir del nacimiento de un ser, inexorablemente lo único seguro que se tiene, es que algún día, llegado el momento, se parte a otro mundo, ese mundo que nadie conoce y que se llama muerte, que metafóricamente hablando es la obscuridad, pues la vida es luz. También se suele expresar que todo inicio tiene irremediablemente un fin. En la vida se nace en “Alfa” y se muere en “Omega”.

Que ironías de la VIDA y del ser humano y propiamente del mexicano en su conjunto pues en circunstancias muy concretas, nos burlamos hasta de la propia muerte, baste mencionar el nombre de José Guadalupe Posadas Aguilar, reconocido grabador, ilustrador y caricaturista aguascalentense famoso y célebre por sus dibujos de escenas costumbristas y por sus ilustraciones de “calacas” o calaveras, entre ellas ´La Catrina’.

Analícese y evóquese por otra parte, la celebración tradicional mexicana denominada con el término de “Todos Santos”, que honra a los muertos, la cual tiene lugar los días 1 y 2 de noviembre, misma que está vinculada a los festejos católicos del “Día de los Fieles Difuntos” y “Todos los Santos”. Dicha festividad está a pocos días de festejarse en México, ojalá y lleve a la reflexión tales fechas y sea el momento propicio para valorar más la VIDA, nuestro entorno y no caer en una pérdida de valores y principios, que en muchas ocasiones lucramos tanto con la VIDA como con la MUERTE y no es el caso mencionar a las funeraria y servicios religiosos, esto no tiene cabida.

Seamos responsables y no retemos a la muerte, muy por el contrario, disfrutemos el momento y hablando con lenguaje coloquial, “saquémosle” provecho a la vida pues la misma, puede “esfumarse” en un instante.

Por lo tanto, valoremos más la vida, y como dice la letra de una canción famosa autoría del canta-autor mexicano José María Napoleón Ruiz Narvaéz: “Abre tus brazos fuertes a la vida, no dejes nada a la deriva del cielo nada te caerá; trata de ser feliz con lo que tienes, vive la vida intensamente, luchándolo conseguirás”.

En el ciclo de la vida, suele manifestarse que un ser humano nace, crece, se reproduce (no siempre) e inexorablemente por ley de vida, se extingue o muere irremediablemente. Ante tal circunstancia, el ser humano ve con tristeza y con una realidad escalofriante lo rápido que se extingue en un ‘instante’, la VIDA; hoy vives y mañana ya no.

 

En la cultura de la vida y de la muerte motivado por la pandemia (que al día de hoy con cifras oficiales existen en México alrededor de 690 mil casos positivos de Covid-19 y lamentablemente cerca de 73 mil defunciones), aquí es bueno hacer un paréntesis y reflexionar, elaborar un análisis de conciencia pleno y fundamentalmente real y con humildad, y cuestionarse cada quien, “que hemos hecho de nuestra vida”, para quienes como el que esto escribe, se es creyente y no crédulo”, creo firmemente como lo dice la Biblia… “el que crea en mí, aunque muera, no morirá”.

La muerte es algo muy real. Sucede a nuestro alrededor, y a veces golpea muy cerca de nosotros (más de lo que creemos). Cuando esto nos ha sucedido, a la mayoría de nosotros nos toma desprevenidos.

Recapacítese como la sociedad en la cual vivimos, -mundana, impía y vacua-, tiende a exaltar la juventud, la vida y la energía, como queriendo negar la existencia de la vejez y la MUERTE. Seguimos la vida como si pudiéramos hacer desaparecer la muerte con el sólo hecho de no pensar en ella.

El Dolor de la muerte frecuentemente viene acompañado de amargura. Las personas suelen enojarse contra DIOS, contra sus parientes, contra quienes pretenden consolarlas, incluso contra la persona fallecida.

Para afrontar la muerte de un conocido, amigo o más aun de un familiar, se debe estar dispuesto a escuchar; dejar que sientan lo que sienten; darles ayuda en cosas prácticas; y aprender de ellos.

Es importante saber estas cuatro cosas, porque como amigos o parientes, tenemos un gran poder en ese momento, ya sea para herir, ya para ayudar. Por regla general, y así ha ocurrido en múltiples ocasiones, al encontrarnos ante el dolor y la consternación de otra persona, nos vemos en serios apuros para expresar unas palabras apropiadas. Se nos olvida que la persona “doliente”, lo que más necesita es alguien que la escuche. Por tanto, y ante ello, cuando alguien se encuentra en una crisis ante el fallecimiento de un ser querido, lo primero que debemos estar dispuestos a realizar es escuchar, escuchar, y saber escuchar. El sólo hecho de prestar atención y saber oír a la persona, suele ser de gran ayuda mucho más que cualquier otra cosa que se diga o se haga.

Lo que se vive a nivel mundial con la “aparición” del COVID-19, debiera despertar conciencias y en específico en México urgiría implementar cuanto antes novedosas políticas públicas de Bienestar Social en el Sector Salud. Cfr.:https://rodolfochenarivasnuevaestrategia.blogspot.com/2020/07/politicas-publicas-y-epidemias.html

Uno se pregunta: ¿Cuántas muertes se hubieran evitado si en realidad se hubieran implementado en tiempo y forma agresivos programas para afrontar y combatir en su momento la peste bubónica, el paludismo, la viruela, la varicela, la poliomielitis, la rabia y hoy en día el dengue y el Covid-19?

La respuesta no la sabemos…

 

 

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