- Ángel Robles cursa la Maestría en Física; construye mapas para guiar la investigación de la ecología de enfermedades y comprender más sobre los padecimientos existentes.
- “Este premio refleja, además, que no es siempre de las universidades e institutos más reconocidos a nivel mundial en donde podemos encontrar talentos excepcionales”: Ángel Lira.
El universitario construirá una base de datos que combinará información geográfica filogenética y ambiental para pares de especies, por medio de cuatro conocidos conjuntos de patógenos huéspedes: aves y Plasmodium (malaria aviar); aves y virus del oeste del Nilo; mamíferos (Mammalia) y flavivirus (Flaviviridae), en particular dengue virus; y murciélagos (Chiroptera) y coronavirus (Coronaviridae) .
Paola Cortés Pérez,,
– Ángel Luis Robles Fernández, estudiante de la Maestría en Física de la Universidad Veracruzana (UV), ganó el Premio Jóvenes Investigadores de la Global Biodiversity Information Facility (GBIF) 2020 por su trabajo “Modelación de interacciones ecológicas desde diferentes dimensiones de la biodiversidad a través del aprendizaje automático”.
El premio se otorga a estudiantes de posgrado (maestría y doctorado) que usan bases de datos sobre biodiversidad que están disponibles en línea (específicamente el GBIF).
La Infraestructura Mundial de Información en Biodiversidad (GBIF, por sus siglas en inglés) es una organización y una red de investigación financiada por gobiernos de todo el mundo, destinada a proporcionar a cualquier persona de cualquier lugar, acceso abierto y gratuito a datos sobre cualquier tipo de forma de vida que hay en el planeta.
En entrevista para Universo, Ángel Robles contó que cada país miembro de la red GBIF presenta un solo proyecto para las categorías de maestría y doctorado. En su caso, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) publicó la convocatoria para el premio, se hizo una selección a nivel nacional y posteriormente postularon su proyecto de maestría.
Su inicio en el estudio de los temas de la ecología teórica, que son modelados con muchas herramientas matemáticas que se comparten con la física, surgió al observar el trabajo de biología que realiza su esposa. “Poco a poco me fui involucrando más en el conocimiento de estas herramientas”.
Con respecto al premio, mencionó que lo llena de orgullo, lo motiva a seguir estudiando y lograr el objetivo de concluir la maestría y posteriormente el doctorado.
“A nivel profesional es muy enriquecedor que el trabajo haya sido seleccionado de entre un conjunto enorme de proyectos de investigación realizados en otros países por personas muy talentosas.”
De manera personal, dijo que la pandemia le ha permitido estar más cerca de su esposa y su hijo, compartir la noticia del premio con su familia ha sido muy emocionante y le motiva a seguir adelante.
En nota informativa publicada en la página web de la GBIF se destaca que Ángel Robles es el quinto mexicano en ganar el premio, después de Juan Manuel Escamilla Mólgora (2016), Emma Gómez-Ruiz (2013), César Antonio Ríos-Muñoz (2011) y Andrés Lira-Noriega (2010). También es el tercer estudiante que gana mientras asiste a una universidad mexicana.
El universitario comparte el premio con Vaughn Shirey, de los Estados Unidos; ambos recibirán un premio en efectivo y un reconocimiento en la próxima reunión del Órgano de Gobierno de la GBIF.
Historia evolutiva de los hospederos
Durante el servicio social que realizó en el Instituto de Ecología, A. C. (Inecol), con el investigador Andrés Lira Noriega, utilizó el clúster computacional que tiene el organismo.
“Mientras escribía un manual del clúster, Lira Noriega me propuso un tema de investigación que quería desarrollar, justamente en donde la pregunta a resolver era cómo podrían estar relacionadas las interacciones parásito-hospedero, con la historia evolutiva de los hospederos.”
En ese momento el Inecol realizaba investigaciones relacionadas con el aguacate, que era pertinente debido a la plaga Xyleborus glabratus que generaba una enfermedad que afectaba la producción de ese fruto. Empezaron a trabajar en cómo modelar la probabilidad de que diferentes hospederos posibles interactúan con estos escarabajos ambrosiales, para posteriormente generar información geográfica útil para la toma de decisiones.
“Hemos seguido trabajando en la idea, pero ya no sólo para incluir la información evolutiva de los posibles hospederos –resumida en un árbol filogenético–, sino también datos geográficos y ambientales para calcular con mejores algoritmos esta probabilidad de interacción dadas las distancias geográfica, ambiental y evolutiva entre los hospederos.”
Ecología de enfermedades
Ángel Robles explicó que a partir de las investigaciones realizadas han encontrado que las interacciones parásito-hospedero en general tienden a agruparse en regiones particulares en donde se encuentra la riqueza de especies susceptibles al patógeno.
Con respecto a su trabajo, indicó que uno de los objetivos es construir mapas que puedan guiar la investigación de la ecología de enfermedades y comprender más sobre los padecimientos que se conocen, “también si en estas regiones se pueden encontrar patógenos similares a los estudiados, conocer acerca de las enfermedades poco estudiadas o desatendidas y que, potencialmente, puedan volverse un problema de salud pública, como el caso del coronavirus SARS-CoV2”.
Al preguntarle si los resultados de este trabajo pueden ser útiles para los epidemiólogos o científicos de la salud, Ángel Robles enfatizó que podrá servir para dirigir la vigilancia y los esfuerzos de campo, proporcionando decisiones rentables sobre dónde invertir los recursos limitados.
El universitario construirá una base de datos que combinará información geográfica filogenética y ambiental para pares de especies, por medio de cuatro conocidos conjuntos de patógenos huéspedes: aves y Plasmodium (malaria aviar); aves y virus del oeste del Nilo; mamíferos (Mammalia) y flavivirus (Flaviviridae), en particular dengue virus; y murciélagos (Chiroptera) y coronavirus (Coronaviridae), compartió en entrevista publicada en https://www.gbif.org/es/news/2xkmGgi5YUoicWkGZ29VVZ/_preview
“Un jurado de expertos reconoció a Robles, que fue nominado por la delegación de México en la GBIF, por su aplicación innovadora de los datos de presencia de especies para ayudar a predecir la aparición de nuevos conjuntos huésped-parásito con potencial de riesgo a la salud pública en comunidades humanas”, expresa la nota, en la que también se lee: “Aún falta investigación y conocimiento profundo sobre las interacciones existentes entre las especies huéspedes y sus patógenos, lo que limita la capacidad de prever nuevos emparejamientos que podrían poner en peligro las vidas o los medios de subsistencia de los seres humanos”, de ahí la relevancia de su proyecto.
Autodidacta, emprendedor y trabajador
Andrés Lira, investigador del Inecol, expresó que el premio GBIF que ganó Ángel Robles representa un gran aliciente para los jóvenes interesados en conocer más de nuestro mundo, de hacerse preguntas y de explorar el vínculo entre distintas disciplinas.
“Este premio refleja, además, que no es siempre de las universidades e institutos más reconocidos a nivel mundial en donde podemos encontrar talentos excepcionales.”
Expresó que la investigación desarrollada por el estudiante de la Maestría en Física de la UV incorpora conceptos y herramientas de la ecología, así como herramientas de la computación para análisis masivos de datos en algo que puede representar un avance sustancial para entender y predecir de dónde pueden venir los próximos problemas epidemiológicos, ya sea para el humano o la vida silvestre.
“Este proyecto es producto de una constante colaboración y esfuerzo en donde cada participante, pero principalmente Ángel, logró contribuir con su experiencia y conocimiento en algo más grande y útil a la sociedad.”
Comentó que Ángel siempre se ha destacado por ser un alumno sobresaliente, autodidacta y una excelente persona. Desde que llegó a buscarlo al Inecol para explorar posibles temas para su tesis de licenciatura, recordó que le llamó la atención que se tratara de un estudiante de la Facultad de Física; sin embargo, tenía claros varios conceptos y temas de interés de la biología, específicamente en cuanto a modelos de nicho ecológico, mismos que podría abordar desde sus conocimientos y herramientas de la física.
“Esto se potenció gracias a la buena comunicación en el sentido académico, a su soltura y agilidad para llevar a cabo investigación de manera autónoma, características que en su conjunto lo convierten en un excelente colaborador, acompañado de su afición por problemas que lo reten y le entusiasmen.”
Cuauhtémoc Campuzano Vargas, coordinador de la Maestría en Física, comentó que la comunidad de la Facultad de Física se alegró al saber que Ángel Robles ganó el Premio GBIF, principalmente por el esfuerzo y empeño que puso el joven en la investigación.
“Tal vez en la idea que se tiene de nosotros, se preguntan ¿qué hace un físico trabajando en problemas de biología?, probablemente no tenga mucho sentido. La formación que tenemos nos hace muy flexibles como para encontrar lugar en cualquier problema que se intente resolver, desde la biología, la química, la economía, incluso la psicología y las ciencias sociales.”
En México apenas está descubriéndose el potencial que tienen los físicos en otras disciplinas, así como Ángel hay varios egresados de Física que laboran en la iniciativa privada haciendo ciencia de datos.
“Este premio destaca el perfil de investigador que Ángel se ha forjado”, subrayó Cuauhtémoc Campuzano y comentó que se trata de un estudiante muy hiperactivo, emprendedor y trabajador; lo primero siempre lo mete en problemas pues tiene varios objetivos al mismo tiempo.
Recuerda que el universitario decidió muy tempranamente su vocación y se mantuvo firme, lo cual no es frecuente en un estudiante de licenciatura, esto lo llevó a publicar un artículo. “Él ahora tiene el perfil de un investigador que está iniciando”.
La ciencia no es un vehículo para la dominación
Para Ángel Robles, la ciencia es un sistema ordenado de conocimientos estructurados y no un vehículo para la dominación; por lo tanto, la ciencia puede sobrevivir a etiquetas como “ciencia neoliberal”, “ciencia socialista”, “ciencia capitalista”, entre otras.
“Me parece que, con una mala interpretación sobre una relación entre poder, economía y ciencia, la gente podría malinterpretar el quehacer de los científicos como una caricatura de hombrecillos satisfaciendo las ambiciones de un dictador ávido de armas de destrucción masiva.”
Lo cierto, es que en México sólo se destina el 0.31 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en ciencia y tecnología, según datos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt): el gobierno federal aporta el 77 por ciento y la iniciativa privada alrededor del 18 por ciento del total destinado a este rubro.
“Hay falta de compromiso, tanto del gobierno como de la iniciativa privada, en incrementar ese porcentaje del PIB, el cual pudiera ayudar a eliminar problemas emergentes de una manera real y sostenida”, opinó el universitario.
Como contraejemplo señaló a Dinamarca (país anfitrión del GBIF y promotor del premio) que invierte el tres por ciento de su PIB en investigación y desarrollo. Esto demuestra que existe una correlación entre este porcentaje de inversión en ciencia y el nivel de corrupción y desigualdad en los países.
“Para mí, la conclusión es que cualquier país que tenga por objetivo acabar con la corrupción debe empezar por llegar a niveles de inversión en investigación y desarrollo cercano a los países con tasas más bajas de corrupción.”