Este domingo 18 de octubre de 2020, celebramos en la Iglesia Católica el
Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND). Se trata de una jornada que se
celebra en todo el mundo para ayudar a los misioneros en su labor
evangelizadora. En este domingo oraremos por las misiones y por los misioneros
que se encargan de llevar el Evangelio a los que no lo conocen o a los que lo han
olvidado.
En este año 2020, el lema de esta jornada esta tomado de la vocación del profeta
Isaías “Aquí estoy, envíame” (Is 6, 8). La celebración del DOMUND nos permite
evocar la urgencia, la importancia y el significado de la vocación evangelizadora y
misionera de la Iglesia.
El primer gran evangelizador y misionero en el que se inspira la Iglesia es
Jesucristo, el enviado del Padre, quien a su vez dijo a sus discípulos: “vayan por
todo el mundo y prediquen el Evangelio” es por eso que la Iglesia es por su misma
naturaleza evangelizadora; su razón de ser, su dicha y su vocación es anunciar el
Evangelio.
El Evangelio, antes que ser un libro o un texto escrito que leemos o anunciamos,
es una persona. El Evangelio es el Hijo de Dios que ha venido a este mundo para
revelarnos la misericordia del Padre y mostrarnos el camino que nos conduce a él.
Anunciar el Evangelio es entonces anunciar a Jesucristo que vino a este mundo
para liberarnos del mal y ofrecernos la vida eterna.
El Evangelio en ese sentido es fuente de alegría, de liberación y de salvación para
todos los hombres. La Iglesia es consciente de ello y por eso no se cansa de
proclamar la Buena Nueva de la salvación. La buena noticia que anunciamos es
esta: Dios quiere que todos se salven; él nos ama incondicionalmente y nos
ha enviado a su Hijo para reconciliarnos con él.
La misión entonces de los discípulos misioneros (obispos, sacerdotes, religiosos y
laicos) es la de levar a todos a una relación personal con Cristo. En esta misión
participamos todos los bautizados.
Junto con nuestra oración se promueve también la ayuda económica para
sostener las obras misioneras en todo el mundo. La colecta económica que se
reúne este domingo en los templos católicos se dedica para los territorios de
misión confiados a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.
Mediante la ofrenda del DOMUND, la Iglesia trata de ayudar en tierras de misión a
los más desfavorecidos. Gracias a la generosidad de los donantes se construyen
Iglesias, se forman catequistas, se atienden proyectos sociales, sanitarios y
educativos en tierras de misión.
La Iglesia tiene una amplia labor social y educativa en todo el mundo: atiende
hospitales, residencias de ancianos, orfanatos, y comedores para personas
necesitadas en todo el mundo. Se encarga de miles de instituciones educativas:
guarderías, escuelas, universidades y centros de formación profesional. Todos
estos proyectos son financiados con lo recaudado en el DOMUND.
Con la celebración del Domingo Mundial de las Misiones no sólo pensamos en los
misioneros que dejan su país o su tierra para llevar a cabo esta tarea, también
tomamos conciencia de que cada bautizado es un misionero.
En este sentido las tierras de misión no son sólo los lugares lejanos o
desconocidos, también lo son los hogares y el ambiente donde nos movemos.
Donde quiera que esté un bautizado, allí está llamado a cumplir su tarea de
compartir a los demás lo que Dios ha hecho en su vida.
Por lo tanto, un misionero no solo nos habla del más allá de la salvación, también
promueve las condiciones para que el reino de Dios sea una realidad en el aquí y
ahora. Se trata de la promoción de la justicia, la paz, la verdad y la reconciliación.
Parte importante de la misión de un bautizado donde quiera que se encuentre es
el anuncio con su vida de los valores del Evangelio pero también es la denuncia
de las injusticias, la corrupción insaciable y la impunidad que crean miseria,
violencia y subdesarrollo.
Un misionero cristiano no puede hacerse cómplice de esas realidades que están
creando miseria y dolor en el mundo, ni mucho menos justificarlas. Una cosa es la
pobreza evangélica que Jesús alaba, otra es la miseria social, fruto del pecado en
la que los administradores de los bienes públicos están conduciendo a la
sociedad.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa