Y a sufrir se ha dicho. Llega una edad de los seres humanos en donde conciliar el sueño cada noche se vuelve una verdadera hazaña. Y de por sí soy desvelado y de dormir poco, pero todo tiene un límite. Y es que no he podido ir con el médico porque le tengo pavor a pararme en una clínica o consultorio en estos pandémicos días. A lo mejor me resulta más caro el caldo que las albóndigas. ¿Qué he tenido que hacer para dormir más o menos bien? Pues lo que haría cualquiera para procurarse un sueño más o menos reparador de, digamos, unas cinco o seis horas si bien le va a uno. He tenido que rezarle al dios Baco para proveerme de un sustituto a los sedantes. Empecé con las dos cervezas de rigor en la cena, pero se me acabó el stock y se me atravesó la carencia de producción del jugo de cebada.. Ni modo, tuve que voltear a ver la pequeña cava de la casa. Seguí con los licuados de rompope al doble shot, que son deliciosos con hielo triturado y canela en polvo, pero igual, se me acabó el del convento. Ni modo, opté por un coctel de vermú –que luego paso la receta-, que lleva un toque de ginebra y soda, con sus tres aceitunas y un gajo con todo y cáscara de naranja. Pero también se me acabó el “Chinzano” y tuve que voltear a ver la ginebra con jugo de tomate, al más puro estilo de la sangre de María. Hasta eso, no crean que me excedo, la dosis recomendada son dos de cajón. Pero como nada dura para siempre, se me acabó la ginebra, fue entonces cuando tuve que voltear a ver el ron, ni modo, me tuve que recetar dos cubas libres, con poca cola, apenas pintadas, eso sí con tres cubos de hielo. Pero se me acabó el jamaiquino destilado de caña y, muy a mi pesar tuve que optar por el delicioso brandy. No soy muy exigente, me gusta el de España, e igual, dos apenas pintados con tres rocas. Y en esas estoy, cuando el español está dando de sí ya le estoy echando el ojo a un pura malta, pero ese me lo voy a bajar nada más con hielo. Ahora que no crean que es pura beberecua somnífera, estoy caminando alrededor de 14 minutos diarios en la caminadora a más o menos alta velocidad para quemar calorías. Ahí la llevo. ¡Pinche pandemia, ya hasta se me está empezando a olvidar! Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal. Imagen de «attachment.googleusercontent».