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Madre botea en Xalapa para salvar a su hijo del cáncer

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Fuente:
E-Consulta Veracruz

Coraima junta para las medicinas que requiere Ángel, su hijo de 2 años, ante el desabasto de fármacos en hospitales para tratar el cáncer

 

Con una cartulina, un bote y en medio del tráfico de Xalapa, Coraima colecta peso a peso para pagar el alquiler, la comida del día y el tratamiento contra el cáncer de su hijo Ángel Daniel Jiménez Pineda, de apenas 2 años de edad.

Debido al desabasto de medicamentos y de terapias en el Centro Estatal de Cancerología (Cecan), Coraima Jiménez Argüello compra cada mes una vacuna para reforzar las defensas de Ángel Daniel, diagnosticado con cáncer de pulmón a los seis meses de vida.

 

De hecho, la prescripción de los médicos la obligó a ella y a su esposo a vender muebles y pertenencias en Martínez de la Torre para conseguir un trabajo en la capital del Estado y dar seguimiento a las consultas de Ángel Danien.

Los pocos ingresos que consiguen obligan a Coraima a recurrir al «boteo» en los semáforos y cruceros para pagar la vacuna, e incluso leche, pañales y la renta, en medio de la contingencia por el covid-19-

«Entonces los medicamentos, pañales y leche y lo saco de lo que hago en los semáforos, yo me dedico a mi hijo, no lo dejo mucho tiempo solo, la persona que me lo cuida también le pago y a veces no cae mucho, lo suficiente, a veces hay gente que sí me da para comprar el medicamento», comenta.

BUSCAN TRASPLANTE DE PULMÓN 

En entrevista con E-Consulta, Coraima Jiménez explica que pese a la compra de las vacunas, la opción más viable para Ángel Daniel representa un trasplante de pulmón, pero no cuentan con una propuesta de donador.

«Le detectaron el cáncer de pulmón a los seis meses de recién nacido. Nosotros lo estuvimos tratando aquí en Xalapa cuando tenía cinco meses. Me lo trasladaron aquí al Cecan y de aquí me lo mandaron a México para hacerle el trasplante de pulmón. Allá estuvimos como año y medio; regresamos pero ya no me lo pudieron seguir atendiendo por lo de la cuarentena».

Coraima añadió que el desabasto de fármacos en Veracruz mermó el suministro de medicamentos para Ángel Daniel y de un día para otro, el personal solo le notificó de la suspensión de los tratamientos

«Después me dieron como tres meses de medicamento, y después me dijeron que ya no había, que ya no me podían seguir dando medicamento, (…). Con la vacuna que le compro yo llevo a que se la pongan en cualquier clínica».

El día 10 de cada mes Ángel Daniel años recibe una vacuna para reforzar su sistema inmunológico, con un costo de mil 200 pesos cada dosis.

«Con la vacuna que le ponen su cuerpecito está recibiendo fuerza, defensas para que él siga y estamos en busca de un donador todavía, pero no hemos tenido respuesta».

Pese a su padecimiento, Ángel Daniel no sabe todavía de la enfermedad en su pulmón y por eso, a su corta edad, los médicos le prohíben los juegos y cualquier actividad física, expresa Coraima.

«Le gusta ver Jorge el Curioso, le gusta Peppa Pig, los MiniRockets, es cariñoso e inteligente, él aprende muy rápido, eso sí: a la primera que le dice uno que no, ya no lo vuelve a hacer. Él capta a la primera que dice que no, le gusta andar en el patio, jugar la pelota, que de hecho no debe agitarse tanto”.

«Todavía no habla. Él no sabe qué pasa cuando lo llevo a sus consultas, la vacuna lo duerme y es cuando se levanta así, mareadito y al día siguiente sigue con su vida normal, tiene muchas recaídas. De repente se le va el aire o no puede respirar bien. O está durmiendo y se empieza a ahogar».

Coraima explica que tres meses después del nacimiento de Ángel Daniel, ella y su esposo vendieron todas sus pertenencias y sin más, abandonaron Martínez de la Torre para migrar a Xalapa.

«Nace mi bebé en el Hospital General de Martínez de la Torre y como a los dos o tres meses le diagnostican cáncer de pulmón, entonces nosotros vendimos nuestras cosas: mesa, tele, todo eso para poder viajar a Xalapa para que lo pudieran atender. Después de que vendimos todo nos pusimos en el centro, nos pusimos con una cartulina, por Casa Ahued y ahí estábamos y desde entonces hemos estado pidiendo y trabajando».

VIVIR ENTRE LOS AUTOS

Para la madre de familia, la jornada de trabajo comienza antes de las 9 de la mañana. A esa hora se instala en uno de los cruces en las proximidades del centro de Xalapa para recaudar.

«Sí me voy temprano (…) desde las 9. Nunca me he quedado a las 9 o 10 de la noche y ahorita me vine con 350, 400, pero no lo saco en un día».

Cada día los gastos de Coraima rebasan los 600 pesos, entre el pago de una persona que le cuida a su hijo, la renta y la comida del día, pero afirma no le queda de otra.

Coraima alquila una pieza en la zona centro de Xalapa y su día transcurre entre los semáforos de Los Berros, o bien en la colonia Emiliano Zapata, por las vías del ferrocarril o bajo el puente de Rébsamen.

«Aquí la persona que me renta el cuarto me da chance de pagarle 300 a 400 pesos, le voy dando para que no se me vaya juntando el mes, le termino de pagar y tengo que juntar otra vez para lo de la vacuna, entonces sí se me complica un poco».

Coraima admite que pese a la crisis, los conductores responden con generosidad al boteo, sobre todo los taxistas y transportistas.

«La verdad en estos días que me cambié de semáforo, gracias a Dios la gente responde, con diez pesos, ahora sí que lo que ellos me den yo les doy gracias, (…) los taxistas apoyan mucho también, a pesar que andan sacando de su cuenta, con dos pesitos, tres pesitos. Me ayudan mucho con las monedas».

Si bien recibe donativos solidarios, Coraima explica igual recibe todos los días la crítica de los conductores o en el peor de los casos, la indiferencia.

«Hay gente que sí me critica, que me dice: ‘¡oye, ponte a trabajar!’, y no sé qué (…) pero la verdad no me da tiempo de trabajar porque yo tengo que ver a mi niño porque la persona que me lo cuida solo me lo cuida de cuatro o cinco horas. Le pago 100 pesos por cuidarlo, bañarlo, que esté pendiente de él, que duerma bien, que no brinque, que no se agite».

«Yo me pongo con mi cartulina y la persona que me quiera dar, pues gracias. Pero hay gente que piensa que me voy a poner a su ventana a pedirle. Una señora me aventó una moneda de 10 pesos, pero no me dio tiempo que me lo echara en el botecito. Me lo aventó y yo le dije ‘gracias’. Y traía cara de que estaba molesta. Y no le dije nada y levanté la moneda».

AYUDANTES DEL GOBERNADOR LE COOPERAN 

En la calle igual recibe donativos de personas en carros de lujo, y en esas ocasiones recibe aportes de 50 a 100 pesos. De hecho, una vez, recibió un billete de 50 de manos de la ayudantía del Gobernador Cuitláhuac García Jiménez.

«Me han tocado muchos carros de lujo pero la verdad no los reconozco. Me han dado de 50, de 100, pero los desconozco. No sabría decirte. Me tocó uno de los guaruras del Gobernador, como 15 días, me dio uno de 50 pesos»

La donación la recibió de parte de uno de los escoltas de García Jiménez. Ese día Coraima relata que distinguió al Gobernador atento a su teléfono dentro de un vehículo.

«Ahora sí que el ‘Gober’ venía en la parte de adelante y el ‘poli’ en la parte de atrás y me dio 50 pesos. (El gobernador) iba con su teléfono, yo me puse en la parte de enfrente, yo logré verlo, y me volteó a ver, como que estaba leyendo la cartulina. Me seguí caminando por el medio y cuando me habla el oficial y me dice: ‘¡Oye… ten 50!’ y le digo: ‘¡sí, gracias!’, pero él no me dijo nada. Nada más el policía que bajó el cristal».

SIGUE EL DESABASTO

Para Coraima ya resulta innecesario consultar con el Cecan la fecha de reanudación del suministro de medicamentos. Como ella explica, ir al hospital de oncología representa más una «pérdida de tiempo».

«La verdad no he ido a preguntar porque siento yo que estoy perdiendo el tiempo,  ayer me decía una señora: ‘pero es que tienes que insistir, insistir’ y le dije ‘sí doñita, pero en lo que yo insisto, no gano yo así y no voy juntando para la vacuna de mi hijo y por eso no he ido a preguntar en estos días».

Afirma que se acostumbró a que en el Cecan simplemente le responden con un «no hay».

Además la demandante condición de salud de Ángel Daniel le impide a Coraima solicitar un trabajo estable con un horario fijo, debido a las repentinas crisis respiratorias del menor.

«Sí he buscado pero mi niño necesita mucha atención aquí en casa. Y de repente cuando se le va el aire, me avisa la muchacha y me tengo que venir, le pongo su nebulizador y me pone en aprietos y me tengo que regresar rápido.  Sí mi niño necesita mucha atención, y está acostumbrado a que voy y vengo rápido, no me gusta dejarlo mucho tiempo».

En Martínez de la Torre, vivía con su esposo, sin embargo el diagnóstico de los médicos y la falta de apoyo de la familia le motivaron para emigrar a la Capital del Estado.

«Nos venimos para acá. Mis papás ya fallecieron. Mis hermanos ya hicieron su vida y no tengo comunicación con ellos. Ahora sí que la que está luchando por mi niño es su papá y yo».

En el caso de su esposo, albañil de oficio, Coraima explica que la pandemia por Covid paralizó los proyectos de construcción en la ciudad y la región y por lo tanto aporta con cada trabajo eventual.

«No más cuando le dicen: ‘ven a repellar, y te damos 250’, pues va. Ayer salió un rato y se hizo 250 en la tardecita, cuando se fue, se hizo 200 pesos y con eso cenamos y lo que hice yo ayer lo guardé».

Pese a las dificultades económicas de la pareja, Coraima no ve opción regresar a Martínez, debido a la situación de desempleo en aquella región y la caída en la producción naranjera.

«Sería más gasto. La verdad no. A Martínez la verdad no porque allá el trabajo está escaso, está difícil. Los de la naranja no tienen trabajo tampoco y en Xalapa la gente es muy cooperativa, me ayudan mucho y de repente me regalan pañales, o leche y así».

Relata que intentó colectar dinero para su hijo en Wal-Mart de Lázaro Cárdenas, sin embargo personal de la tienda de autoservicio retiró a las personas instaladas en las afueras.

«De hecho no dejan pedir a nadie ahí y ya los quitaron a todos. A los que vendían cubrebocas los quitaron y a un señor en silla de ruedas pidiendo y lo quitaron al señor».

Para costear las vacunas de Ángel David, Coraima se dijo dispuesta a aceptar los donativos de las personas, incluso, por medio de las denominadas «Rifas con Causa» en redes sociales.

«Claro que estoy dispuesta a recibir cualquier ayuda o que me puedan apoyar con pañales, leche, porque los pañales ahorita son caros, y ya de lo demás yo vería, yo seguiría pidiendo, no hay día que yo descanse, yo estoy en mi cama, descansando tantito y mi niño está durmiendo».

A falta de cuenta en el banco o tarjeta de Saldazo, la madre de Ángel David pone a disposición su celular 2288576450 para cualquier aporte.