SEGUNDO INFORME DE GOBIERNO VERACRUZANO

Uriel Flores Aguayo

 

Más o menos este tipo de informes siguen siendo casi iguales a los de antes. Son ejercicios de publicidad personal donde no aparece la sociedad; mucho menos se le toma en cuenta para que participe con preguntas, dudas y críticas. No hay los espacios modernos y concretos para que eso ocurra. Formalmente el informe lo recibe la Diputación en su papel de representante popular, sin embargo esa  condición está lejos de la realidad y absolutamente desnaturalizada. Al final, la gran ausente es la sociedad. Se vuelven actos de unos cuantos y meramente de auto consumo. Es un informe que dice poco y casi nadie se entera. Siempre será un derecho ciudadano hacer la observaciones y críticas a los asuntos gubernamentales; es lo mínimo que ganamos al vivir en democracia.

 

Destacaría algunos rasgos observables en este segundo informe del Gobernador Cuitláhuac. Tiene un enfoque cuantitativo y tendencia hacia lo administrativo, es un informe de la administración pública; no plantea evaluación de políticas ni exhibe los resultados de procesos cualitativos. En su presentación discursiva acude a la confrontación con adversarios imaginarios, en un lance tan artificial como innecesario; mientras a nivel federal la polarización es toda una estrategia y se entiende por el tamaño del país, así como la personalidad de AMLO, en nuestro Estado no tiene sentido real y es un desacierto. No aporta autocrítica, al contrario, por tanto elude el reconocimiento de deficiencias y la posibilidad de correcciones. Sería deseable mayor apertura y generosidad. Dentro de lo positivo resaltaría la información relacionada con pequeñas obras y acciones varias que también deben darse a conocer y tienen un sentido social importante.

 

El balance de Gobierno Estatal en este año no puede perder de vista el impacto de la pandemia del Covid-19. Sin duda ha significado la utilización de importantes recursos económicos y humanos, el ajuste de programas y la disminución de actos territoriales y colectivos. En ese mismo balance debe incluirse la respuesta gubernamental a los efectos del virus. Creo que, igual que en el nivel federal, se ha hecho poco en cuanto a pruebas y seguimientos de casos, poco en apoyos económicos y en convocatorias oficiales.

 

Viene un tercer año que será electoral, lo cual modifica los términos de la gobernabilidad. Los presupuestos se aplican tarde y las obras públicas se posponen o, mínimo, no se pueden anunciar. Funcionarios y legisladores saltan a las candidaturas, dejando huevos y debilitando esos espacios. El ambiente público sube de temperatura, se rompen alianzas y disciplinas, aumentan las confrontaciones y se vuelve absolutamente central el proceso electoral. En esas condiciones el Gobierno Estatal pasa a segundo término, ya no es el actor principal. Si comete el terrible error de reeditar elecciones a la antigua, con derroche y partido oficial, operado deficientemente, se va a estrellar con una realidad adversa por plural y crítica. Este año, 2020, era el estelar, de pleno poder, de altas expectativas, de resultados contundentes, de la demostración del cambio y la superioridad en todos los órdenes.

 

El análisis del segundo informe, sumado al primero, debe ser claro y sencillo, partir de lo dicho y lo hecho, de lo ofrecido y lo cumplido, de las expectativas y la realidad. Con crítica y autocrítica, destacando lo que tenga de negativo o positivo, se rodea de algún sentido y se podría recuperar para el interés de la gente. De otro modo se va al cajón de las rutinas y al olvido.

 

Recadito: no, no hay que pedir permiso para votar y ser votado.

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