Barrilete cósmico

Te sometes a la tiranía cuando renuncias a la diferencia entre lo que quieres oír y lo que oyes realmente.

Timothy Snyder

Estamos llegando al último mes del pandémico año 2020, año que para muchos ha sido fatídico, pero también ha significado un año de enseñanzas y dimensiones; digo de enseñanzas porque nos ha puesto en perspectiva respecto a las cosas que debemos valorar, pero también nos ha puesto en dimensión con respecto a nuestro paso por esta vida.

Dicho asidero de dinámicas cambiantes ha venido a sacudir creencias y patrones de consumo que considerabas insoslayables. Nuestras prioridades cambiaron poco a poco, positivamente nos acercamos aún más a nuestros seres queridos y las cosas cotidianas tomaron relevancia.

Precisamente hace apenas una semana la prestigiada cadena Británica BBC de Londres mencionó que los anuncios sobre las vacunas contra el coronavirus invitan al optimismo, pero acabar con la pandemia y regresar a la normalidad sigue estando lejos.

Precisa la BBC menciona que viajar sin restricciones, no usar mascarillas y asistir a eventos masivos son algunas actividades que tardarán en volver. No basta con que se aprueben las vacunas y los países arranquen sus campañas de vacunación.

Por ello, para hablar de «nueva normalidad», según expertos, haría falta vacunar a una gran mayoría. Tampoco está claro qué normalidad viviremos si es que conseguimos una inmunidad colectiva, ya que para mucho el home office o el migrar sus negocios a otros esquemas no ha pasado a ser del todo perjudicial en comparación de los que efectúan ventas o servicios directos.

Bajo dicha tesitura la “nueva normalidad” dependería de cuánto dure la protección de las vacunas y de si cortan la transmisión además de evitar que enfermemos.

Bajo esa lógica tenemos que explorar esquemas personales y desde el gobierno construir protocolos, no esperar que todo se solucione con un antídoto que no sabemos cómo y cuándo llegará. Así como los niños se están adaptando, es preciso reconocer que no podemos tener el control de absoluto sobre lo que nos pasa.

De igual manera salvo por la parte laboral, dimos lugar a comprobar que cambiar la rutina es sano, y asimilamos que vivir el presente es más importante que obstinarse en pensar en el futuro.

Y que, en tiempos de confinamiento, los placeres sencillos como la lectura o las actividades de mejoras al hogar son trascendentales.

A título personal, refrendé mi gratitud por cosas que consideraban dadas. Ahora cada vez que salgo y regreso con bien, dentro de mi utilizo una de las pequeñas enseñanzas de mis padres cuando pequeño “gracias”, y no por cosas sino por posibilidades, hoy más que siempre el valor de la gratitud se ha vuelto más especial.

Entonces viéndole así, quizá en realidad no fue un año perdido, sino uno en el que recuperamos mucho y ganamos otro tanto. También la empatía para muchos está siendo retomada en este mar de crispación.

Hagamos votos, para que los científicos den los pasos agigantados que necesitamos, mientras tanto, preparémonos para disfrutar el presente y afrontar el futuro con ahínco.

Debemos cerrar los días con el resultado gratificante de saber que, sea cual sea el rumbo de los acontecimientos, estamos ayudando a los otros a hacer el bien. Solapar no es ayudar, comprometerse sí lo es.

 

*Le quise poner este nombre a esta columna porque es el apodo mi apodo favorito de Maradona, astro que cuando niño me hacía imaginar cosas muy lindas mientras jugaba a la pelota.