Por un mejor 2021

La autocomplacencia de los expertos sobre el sufrimiento social es inadmisible.

Marc Fleurbaey

Ningún proceso social automático está garantizado. En lo particular son las mujeres y hombres capacitados en lo técnico, y con visión republicana en lo general los que hacen que todas las aspiraciones se vuelvan realidad.

En este 2020, vivimos varias crisis al mismo tiempo: de salud, emocional, inseguridad y económica. Sumado a que las finanzas personales se han vuelto una bola de nueve para muchas familias; y los datos lo confirman, tenemos aproximadamente 10 millones más de pobres que a inicio del 2020.

El aumento exponencial de contagios y muertes en las últimas semanas por COVID-19 nos recuerda lo importante que es asomarse al abismo para entender cómo hay que cruzarlo. Sin Estado de Derecho puede haber muchas cosas, menos prosperidad, la justicia debe estar puesta al servicio de la colectividad.

Más, cuando el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) nos ha manifestado que la pandemia del COVID-19 precipitó al mundo y a la región en la crisis comercial más aguda desde la crisis financiera global. El valor de las exportaciones de bienes de América Latina, que ya había caído 2,4% en 2019 tras tan solo dos años de expansión, experimentó una aceleración de la contracción interanual de 3,5% en el primer trimestre a 27,5% en el segundo.

En el área domestica cabría presentar una disyuntiva: ¿Cómo algo va a terminar bien si no hacemos nada?

La anterior interrogante la planteo a partir del hecho de que las voces de especialistas observan la idea de una gran política pública de recuperación económica y contención del Covid-19 fuera de la agenda del debate de los partidos, y que solo están utilizando la pandemia para lucrar políticamente, caen en la tentación de convertir la ética en un soporte publicitario.

En consecuencia, muestran, que la crisis de los partidos no es de los institutos nada más, es a su vez la crisis del pueblo y de las propias instituciones.

Como resultado, en México el sistema de partidos está agotado. Parece que la tendencia en 2021 será por «Frentes» donde vayan partidos con puntos coincidentes, (división de poderes, legalidad, economía de mercado, justicia social, bien común etc.) y ya en el legislativo o en lo local tengan su propia agenda.

Lo anterior no será suficiente. Para los grandes propósitos es muy importante la pureza de estos. Una idea rectora que funcione como base, la cuál no existe, estamos en una especie de deriva sin conductor.

Esos hechos se han tomado como indicadores de una crisis de la democracia, vistos en el declive en la afiliación a partidos y sindicatos, con la reserva de señalar que las formas clásicas de participación política se han vuelto insuficientes, a veces incluso inadecuadas, para agregar y articular la multiplicidad de intereses en juego en el entorno público.

En 2020 con la aparición de la pandemia los institutos políticos de todos los colores tampoco parecen estar interesados en iniciar un debate nacional para fijar el rumbo, no vaya a ser que lo pierdan y se les fije una dirección indeseada para sus preferencias ideológicas.

Por ende, la capacidad de ordenar ha dejado de lado la capacidad directiva de guiar la realidad social de forma inclusiva. Meses después parece que queremos sostener todo nuestro futuro en un personaje ficticio que la gente desarrolla en sus narrativas identitarias de incredulidad ante las masivas muertes diarias.

Hoy estamos ausentes de asideros que den respuesta a la sociedad. La administración no se está reinventado, continúa con un esquema diseñado para pretéritas circunstancias nacionales, y hoy después 10 meses la realidad los erosiona día con día.

Así como pasó con la Revolución Mexicana que terminó sin un programa claro, también los países latinoamericanos en su mayoría no han podido confeccionar acciones que permitan dar el giro adecuado que los ciudadanos requieren. Reducido todo a la forma simplista al conducirse bajo la mera repetición de poses y clichés sin sustento.

Hay que tomar la ética de la responsabilidad en nuestra perspectiva diaria, esto podría ser un pilar fundamental que fomente un ambiente de confianza, responsabilidad y respecto que, a la larga, será indiscutible potenciador de éxito para nuestro 2021.