La palabra del año: confinamiento

La vida es una serie de colisiones con el futuro

José Ortega y Gasset

 

De acuerdo con la Fundación del Español Urgente (Fundéu RAE), promovida por la Agencia EFE y la Real Academia Española (RAE) “Confinamiento” es la palabra del año 2020.

Dicho distingo se da como consecuencia de un largo debate por representar “lo más humano” de la situación social y política surgida como consecuencia del virus.

Han sido, y de acuerdo con la inercia, seguirán siendo tiempos difíciles, de incertidumbre, y quizás junto al aburrimiento y la ansiedad llegamos a sentirnos pesimistas sobre el futuro; pero eso no justifica cometer errores, como deprimirse, o estar en casa sin hacer nada y dejar de lado tus responsabilidades de superación emocional y personal.

La adaptación de las nuevas medidas rompió con ciertos hábitos que siguen significando la necesidad de una reflexión profunda, principalmente la relación existente entre consumo y esparcimiento. Sobre todo, cuando nos dimos cuenta de que por encima de las cosas y de los objetos está la salud.

La prudencia como virtud social ha ido perdiendo vigencia en el quehacer moral de nuestra época, actualmente la “empatía plural” de no congregarse masivamente, aún es un lugar vacío de comprensión.

Ese hábito convencional de mercado resulta pernicioso, no seguir las medidas recomendadas parece un sinsentido, pero se manifiesta en los principales centros comerciales y hasta en los centros turísticos, es decir, la más pura representación de los hábitos, para eso cabría decir: el hombre es lo que hace y el valor que le da a las cosas.

Retomando el título de esta columna, el confinamiento más famoso junto al de Jesús al monte 40 días, es el de Friedrich Nietzsche en su obra “Así habló Zaratustra” el libro comienza contándonos que a los treinta años Zaratustra se fue a vivir a las montañas.

Durante 10 años goza de su soledad, pero en un amanecer se levanta hastiado de la sabiduría que ha acumulado, baja de las montañas y la comparte con los hombres, esperando que con ella logren alcanzar al “Superhombre”.

Utilizando ese paralelismo, cabe la posibilidad de preguntarnos si este confinamiento no nos podría servir precisamente para superarnos como sociedad. Mas, cuando estamos ciertos que la disminución de los patrones de solidaridad, el exceso de consumismo, las propias estructuras de contaminación y mercado laboral no podían seguir igual.

Por tanto, este espacio de contracción, de incertidumbre podemos virarlo hacia la tranquilidad, la conversación personal y la reflexión, a fin de – en palabras de Nietzsche- “crearnos a nosotros mismos”, en consecuencia: el hombre es algo que debe ser superado.

Solo así aspiramos a una vida más rica, más plena. Para lograrlo es necesario que creamos en la posibilidad de progreso. Si perdemos dicha creencia podríamos sufrir una especie de muerte: la existencia sin crecimiento.

Para lograr transformar el mundo e implicarnos creativamente en nuestra propia existencia en estas épocas de Covid-19 y confinamiento, pongo en la mesa que considero adecuado optar por las recomendaciones de Ortega y Gasset: hay que ver la vida con nuevos ojos.

Esto implica no solo una nueva mirada sobre nuestras circunstancias externas, sino también una mirada introspectiva para reconsiderar nuestras creencias y prejuicios. Solo una vez que hayamos hecho esto podremos comprometernos a crear nuestras posibilidades.

En definitiva, no podemos dejar que los dogmas del pasado nos distraigan sobre las realidades del presente, sobre todo, si de eso depende el interés colectivo. De lo contrario nunca saldremos del confinamiento.