- Se trata de Daniel Monter Tolentino, de Biología Marina, región Poza Rica-Tuxpan.
- Realizó estudios de campo y laboratorio para conocer el ciclo reproductor de esta especie .
- Tuvo la experiencia de navegar en un barco pesquero durante tres meses para nutrir su investigación .
Claudia Peralta Vázquez ..
Para titularse de la carrera de Biología Marina de la Universidad Veracruzana (UV), en la región Poza Rica-Tuxpan, Daniel Monter Tolentino realizó un estudio sobre el ciclo reproductivo del atún aleta amarilla, en el cual propone la veda de esta especie capturada en el Golfo de México.
De acuerdo con artículos e investigaciones hechos entre 1998 y 2008 por el Instituto Nacional de Pesca y Acuacultura (Inapesca), existe un bajo nivel de captura de dicha especie, lo que indica un descenso en el número de su población.
“Está comprobado que ha disminuido mucho la captura y aumentado el esfuerzo pesquero, así se puede calcular que la población está bajando y por lo mismo aumenta el costo del producto.”
Por ello, su estudio de tesis desarrollado bajo la dirección de Karla Cirila Garcés García, radica en proponer la recuperación de la producción en el Golfo de México, toda vez que el país es el segundo exportador de atún a nivel mundial. De esta manera su precio seguirá manteniéndose.
“Es la segunda economía más importante en México después del camarón.”
Dicha investigación que abonó a su formación inicial, implicó estudios de campo y de laboratorio.
A diferencia del resto de sus compañeros, Daniel Monter tuvo la oportunidad de desarrollar este estudio como parte de su servicio social, en un barco donde aprendió el arte de pesca y, además, observó y documentó el ciclo reproductor de los peces.
“Cuando se conoce a un organismo desde la parte reproductiva podemos estimar cuándo se dan los mayores índices de desove, creemos que para el atún aleta amarilla este proceso ocurre entre mayo y julio, es decir, durante estos tres meses se reproducen.”
En total realizó tres viajes, uno por cada mes durante mayo, junio y julio de 2019. El recorrido fue por el suroeste del Golfo de México, zona de reproducción del atún aleta amarilla.
Entre agosto y octubre, la especie se va hacia el norte porque el atún es migratorio y sus crías puedan tener un mayor índice de crecimiento, dijo.
Durante este lapso, se centró en el ciclo reproductivo del atún y en el análisis morfocromático (color, tamaño, textura, etc.) de las gónadas del atún aleta amarilla, que es el órgano sexual reproductivo de los peces.
Existen muchos factores y estudios que se pueden realizar a partir del ciclo reproductivo, no sólo plantear una veda sino también conocer qué tan grande es la población.
Mencionó que tanto los estudios de campo como de laboratorio fueron muy complicados debido a que casi no hay maestros especialistas en histología y en el ciclo reproductor de los peces. Las líneas de investigación están más orientadas hacia los corales, mamíferos, arrecifes coralinos y acuacultura.
Con base en los resultados obtenidos, pudo intuir la disminución en el número de la población, lo cual se debe a muchas variables como la migración o el cambio de sitio de reproducción.
Sin embargo, estos datos podrían servir para que el gobierno o alguna otra dependencia promuevan las vedas y prohíban la pesca durante los meses de reproducción, y así haya una recuperación.
“En los últimos años se han lanzado más anzuelos, el esfuerzo pesquero es mucho, significa que algo está pasando, puede ser algún aspecto como el calentamiento global, contaminación o la sobrepesca”.
Hasta el momento no hay una veda para el Golfo de México, en el Océano Pacífico ya se logró y se ha podido recuperar un poco la población, señaló.
Para el joven oriundo de San Bartolo Tutotepec, Hidalgo, se trata de una investigación importante que abona a otros estudios que ya se han hecho al respecto.
Narró que su travesía en barco fue difícil y emocionante a la vez. Ahí navegaron en total cinco personas, entre el biólogo observador, el capitán, un marinero pescador, envasador, cocinero y encargado de máquinas.
“Las primeras dos semanas fue muy pesado, el trabajo era de las 17:00 a las 7:00 horas, pues la pesca se realiza durante la noche, nadie se había metido por varios días en un barco pesquero, en altamar, por el miedo de no regresar.”
Durante la entrevista, también expresó cómo cada día se acrecentó su pasión por esta carrera que, incluso, pensó abandonar pues al principio no entendía nada, venía de una región del país donde no hay mar y desconocía casi todo.
“Todo mundo sabía, menos yo, lo único que me animaba era la emoción de encontrar algo nuevo, no tenía ninguna relación con el mar, pues vivía en el centro del país y era muy difícil creer que estudiaría Biología Marina, sólo tenía ese gusto.”
Poco a poco, se sumaron muchas experiencias que lo afianzaron a este programa educativo (PE), como la vez que en las escolleras le tocó ver frente a él a unos delfines.
El buceo también fue algo indescriptible, desde admirar un arrecife hasta los colores, corales, algas, erizos, estrellas de mar.
“Hice lo que siempre me había emocionado de niño, estar en la profundidad del mar.”
Más adelante también llamó su atención la estadística, cómo es que se relaciona el ambiente con los animales y cuál es el papel como investigador.
Ahora, Daniel espera cursar una maestría enfocada en peces pelágicos, de gran tamaño como el tiburón, en el Instituto de Neuroetología de la UV, y desarrollarse como científico.