La solidaridad humana por el dolor de la pandemia

Raúl López Gómez

 

No hay palabras para descifrar el dolor de los familiares de las víctimas de la pandemia, que cada día avanza en su letalidad maligna.

 

Muchas son las historias de dolor a las tragedias que nos ha tocado ver y vivir, padecer en momentos inexplicables de lo que deja a su paso este mal, en donde nadie escapa a los efectos del peligro de un contagio que muchas veces se producen por la irresponsabilidad de los que ordenan y mandan en las fuentes de empleo y no se miden las consecuencias,

 

Los casos van en aumento de las circunstancias de quienes obligan a personas vulnerables a presentarse a laborar y no se miden las consecuencias, cuando después de han dado los desenlaces sobre todo de las madres en estado de gestación o de personas con enfermedades crónicas.

 

Las historias se escriben como un reflejo de que, entre los seres humanos, en muchos casos el espíritu de compasión no da a diferencia de las especies del mundo animal que defienden y hasta se viven los momentos de solidaridad.

 

Aun así, con todas estas situaciones problemáticas y confusas la vida sigue en un desgate diario de exponencial peligro de contagio, y las estadísticas crecen de víctimas, de personas hospitalizadas y de otros que se resguardan en sus hogares con el apoyo cuidándose de sus familiares para el restablecimiento pronto de la salud.

 

A pesar de que los momentos de mayor maldad entre la gente, se han observado muchos casos de los jefes que en el sector público y en algunas empresas privadas, han obligado a presentarse a las personas vulnerables y muchos, entre hombres y mujeres, sobre todo embarazadas, se han dado lamentablemente los decesos.

 

La pandemia en México, sigue creciendo en las estadísticas negativas de muertes y contagios, porque en otros casos mucha gente sucumbe a la tentación de los festejos y las celebraciones, y por lo mismo el mes decembrino dejó un incremento de contagios y de saturación de los hospitales por los enfermos registrados a causa de que muchos no cuidaron responsablemente de que el festejo será para los tiempos mejores.

 

Ahora comienza, el debate de los políticos y empresarios que les urge poner a los niños y jóvenes en las clases presenciales, exponiéndolos por el problema de que la pandemia se encuentra en un momento de mucha gravedad.

 

En los estados de Chiapas y Campeche, se quiere reactivar las clases presenciales que, por estar en semáforo verde, pero no se dan cuenta de que los maestros y maestra vienen de otros lugares y eso será muy peligro para la población.

 

Mejor que se esperen a que con el efecto de la vacuna se pueda retornar a una lenta normalidad, por los menos en los sistemas escolares y educativos en general en todos sus niveles.

 

El hecho de que los niños no tomen clases por internet o no, no va a pasar nada, sobre para ante todo privilegiar la vida.

 

En el estoicismo de la resiliencia y de la fortaleza espiritual es como se sigue adelante, porque en este momento no hay tiempo para tristezas, y ante todo se debe seguir protegiendo a todas las personas vulnerables en los momentos más difíciles de esta pandemia, que ha puesto en peligro a toda la humanidad y no existen palabras para describir el dolor que a las familias les ha tocado vivir en la desesperación y hasta las lágrimas, pero se debe seguir por las actuales y futuras generaciones con mucha responsabilidad.

 

Ojalá y de todos se entienda que solo con la solidaridad humana de unos y otros se podrá mitigar al máximo los efectos letales de una pandemia, a la que no se les ve el fin en un gran desastre que ha dejado en la pobreza a muchos, a otros sin trabajo y en una lucha diaria que debe seguir con mucho cuidado. Dios mediante. Así las cosas.