Pandenomic´s electoral
La destrucción de la inteligencia es una peste mucho mayor que una infección
Marco Aurelio
Los polos políticos afilan sus engranes para la batalla electoral que esta por despegar. Los frentes políticos hacen suyos los autoelogios, unos dicen que el pasado que fue mejor y otros acuñan que el presente lo es, dichas afirmaciones se presentan como el lugar común, para un contexto que precisamente no lo es.
Hoy, el debate no se sustenta en el “cómo” sino en el “quiénes” han de implementar medidas de política pública para subsanar esta inercia perniciosa. El nulo debate, abre encuentros fratricidas, en contra de todo y a favor de nada.
Pero el ciego ego no los deja ver, -y no es que me sorprenda-, la condición humana cuenta con esas particularidades, pero a estas alturas la humanidad y nuestro país habría de merecer otra suerte.
De suerte que, cuando en condiciones normales en el año 2020 hubieran muerto en el mundo 60 millones por personas. Eso significa 165.000 personas por día. El coronavirus, para llegar a ese número, tardó solo 105 días.
Por lo que relativizar la pandemia, sus efectos y demás me parece algo inmoral, ya que en principio implica no hacer suyo el dolor de las personas. El ausente entendimiento, además de demandar perfiles honestos implica capacidades y sentido del deber.
Es como si viviéramos un terremoto diario por el número de fallecimientos, significados en 1500 defunciones al día.
Uno como ciudadano observa -más allá de la broma- el también número abultado de aspirantes a puestos de elección popular con escasas cartas para la gestión pública. Después del boom en la elección de 2018 al incorporar artistas y deportistas, ahora nuevamente vienen y aparecen perfiles populares en el espectáculo, pero con nulo conocimiento de los problemas públicos.
Todo parece indicar que las decisiones que tomamos no responden solo a la voluntad o nuestro conjunto de creencias, sino que reflejan las influencias, sutiles o burdas del entorno social en que vivimos, le damos poca seriedad a las cosas, entre ellas a la política.
Un poco de eso habla Cass R. Sunstein en su majestuosa obra “La conformidad” en la cual puntualiza cómo nos amoldamos a las opiniones de los demás, a sus expectativas y sus preferencias, de esa manera en un mar de desinformación y de ausencia lógica, ante ciertas decisiones, no se valora la verdad, funcionando eso como presión social y por tanto como polarización.
El desolador entorno en materia de salud, sumado a la deprimida actividad económica procedente de la pandemia y la parálisis gubernamental, han teñido un fétido entorno sobre el futuro inmediato.
Más cuando el artículo científico “Fer, lockdown, and diversión: Comparing drivers of pandemic economic decline 2020” ya nos menciona cómo no importa que reabran las actividades económicas, mientras la dispersión del virus siga sin contenerse y haya una percepción generalizada de alto riesgo, la actividad económica seguirá por debajo de lo normal, alargando el tiempo de recuperación.
Ante ello, es impostergable rehacernos, incorporando tecnología, innovación, permeabilidad legal y capacitación, características que son a mi consideración la manera de sobrellevar esta pandenomic´s y más allá de los resultados que nos otorgue la contienda electoral.