Su registro lo ubican en sus inicios en Etiopía, en la actualidad crece entre los trópicos de cáncer y capricornio, en las montañas templadas como en un cinturón imaginario del globo terráqueo.
La semilla de dos caras que al tostarlas y molerlas se prepara como una infusión ofreciendo un aroma incitante que atrae, nos conforta por el estímulo mental que proporciona, el hábito social, desde su descubrimiento se ha utilizado dándole varias propiedades, no todas ciertas como ser un afrodisiaco, tónico para los nervios y que prolonga la vida, esto último sí para los países productores ya que sin la venta impactaría en la economía de más de 20 millones de personas que viven de esta actividad.
El café requiere de mucha mano de obra que cultive, atienda y coseche esos granos que llegarán de forma líquida a las tazas de café para fluir por todo el mundo, algunas cifras de fuentes serias indican que cada día se consumen alrededor del mundo unos dos millones de tazas, el inicio de la vida laboral para mucha gente en el mundo inicia con un aromático café, a estas alturas puede ser la bebida favorita en el mundo.
Como muchas de las cosas que evolucionaron, se menciona que en sus inicios fueron los oromo un pueblo al centro-sur de Etiopía los que encontraron los efectos estimulantes de estos granos, pasó a Yemen en la edad media y posteriormente las cafeterías se extendieron por Medio Oriente, fueron los comerciantes los que llevaron el café al mundo occidental en el siglo XVII, los primeros bebedores creían en sus virtudes para fortalecer el corazón, ayudar a la digestión y “acelerar el espíritu”, los Otomanos lo llevaron como mercancía por todo el imperio turco, estos últimos invaden Viena a mediados de 1683, a fines de ese año en la batalla decisiva derrotan a los turcos quienes abandonan todo en su huida: camellos, ovejas, miel, arroz y sacos con un grano extraño que los vieneses creían alimento para los camellos, al no encontrar utilidad decidieron quemar los sacos y el aroma llegó al conde Franz George Kolschitzky quien había vivido en el mundo árabe, rescató lo que pudo conociendo el procedimiento para su elaboración, abre el primer café vienés llamado Blue Bottle, el añadió la leche, el endulzante con miel ya lo utilizaban los turcos. En pocas décadas la ciudad se llenó de cafeterías donde se podía ir a leer y conversar de forma tranquila en un espacio de concentración mental a diferencia de las ambientadas cervecerías. Podríamos decir que fueron los primeros cafés literarios. En Inglaterra entró en 1650 por la Universidad de Oxford, ahí un judío libanés abrió la primera cafetería que resultó ser una impactante novedad.