- En América Latina y el Caribe, el cuidado de personas dependientes es una actividad feminizada, porque las mujeres son las cuidadoras dentro de la familia.
Para abordar el tema del cuidado deben reconocerse tres puntos de partida: la inserción y desigualdad que hay en el trabajo remunerado y no remunerado entre varones y mujeres; la centralidad de la división sexual del trabajo; y cómo los estados, países y gobiernos asumen de manera diferente la necesidad de modificar las condiciones de desigualdad por medio de políticas públicas.
Paola Cortés Pérez..
Karina Batthyány, secretaria Ejecutiva del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), dijo que en América Latina y el Caribe aún se considera la sociedad del cuidado como un asunto principalmente familiar, privado e individual, lo que representa un desafío.
En su participación en el 4º Congreso Internacional sobre Género y Espacio, el 19 de abril a través de Facebook Live, impartió la conferencia magistral inaugural “Sociedad del cuidado. Desafíos y tensiones”, en el congreso organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Veracruzana (UV), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y la Universidad Autónoma del Estado de México (UAMex).
Comentó que es un tema que trabaja desde hace algunos años, pero que en el contexto internacional actual por la Covid-19 adquiere un significado especial de dimensiones preocupantes, por las consecuencias sociales, de género y de derechos humanos.
Se entiende por cuidado la acción de ayudar en el desarrollo y bienestar de la vida cotidiana (todas aquellas actividades y quehaceres necesarios para el bienestar cotidiano) a una persona dependiente.
Para abordar el tema del cuidado deben reconocerse tres puntos de partida: la inserción y desigualdad que hay en el trabajo remunerado y no remunerado entre varones y mujeres; la centralidad de la división sexual del trabajo; y cómo los estados, países y gobiernos asumen de manera diferente la necesidad de modificar las condiciones de desigualdad por medio de políticas públicas.
Explicó que el cuidado puede ser realizado desde dos aspectos: remunerado y no remunerado, y en dos ámbitos, puertas adentro (familiar, privado) y puertas afuera (extrafamiliar). Una característica más es la idea de lo relacional, es decir la relación establecida entre el cuidador y la persona que es cuidada.
En cuanto a la organización social del cuidado en América Latina y el Caribe, señaló que pese a ser una región heterogénea comparten un rasgo común respecto al cuidado familiar: son las mujeres dentro de la familia las cuidadoras, por lo que es una actividad feminizada.
“La mayor parte de la población, los gobiernos y tomadores de decisión de política pública, consideran que es un asunto principalmente privado, es decir, es un problema que cada uno debe resolver.
”Cuando es considerado un asunto privado e individual las posibles respuestas al problema son normalmente desiguales o amplificadoras de brechas de desigualdad. Aunque ha comenzado a cambiar la percepción de los gobiernos latinoamericanos, todavía es considerado un problema que no es objeto de la agenda pública.”
Además, destacó, cuando el trabajo del cuidado se realiza esencialmente en los hogares no es distribuido equitativamente, ya que la carga de actividades dependerá del sexo y la generación a la que pertenezca el cuidador.
En cuanto a la oferta pública para el cuidado, en los países de esta región del mundo generalmente es escasa y segmentada en su acceso; a esto se suma que existe una gran diferencia de calidad y prestaciones entre los servicios públicos y los servicios privados.
Karina Batthyány planteó que es necesario el desarrollo de una política de cuidados en conjunto con acciones públicas que aborden la organización social y económica de las actividades y trabajos destinados a garantizar el bienestar físico y emocional de las personas, en particular en aquellas con un nivel de dependencia, todos aquellos que no puedan autocuidarse.