Vivir

Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo

Lo más difícil de la vida es vivirla. Dicen que para morir se necesita sólo una segundo, pero para vivir, lo que se dice realmente vivir, hace falta mucho más que eso.

Vivir es un verbo muy fuerte, extenso, inmenso. Damos por hecho que la vida esta ahí y caemos en el abismo de suponer que nos durará por mucho y lo cierto es, que nadie ni nada es absoluto e infinito. Se nos puede ir en un abrir y cerrar de ojos, por muy sanos y súper cuidados que tengamos, “no la tenemos comprada” y nadie, absolutamente nadie puede predecir cual será su propio fin.
Pero lo que sí podemos es vivir cada día como si fuera el último. Con toda la intensidad que se merece. Con la curiosidad de un niño pequeño y la alegría de las múltiples oportunidades que se nos otorgan con el simple hecho de poder respirar una vez más.

Somos tan inmensamente ricos algunos que tenemos vida y salud. ¿Se han dado cuenta? ¿Qué han hecho al respecto? ¿Han disfrutado sin límite? ¿Se han atrevido a todo lo soñado?

La mente no tiene límites y los mejores paisajes los tenemos en nuestro interior. Compartamos nuestra felicidad, saquémosle jugo al presente. Ejecutemos sin tanta culpa y exigencia. Sonriamos a la adversidad y entendamos que son regalos que nos engrandecen y nos fortifican.

Acumulemos experiencia y dejemos de lado la avaricia de objetos que al irnos solo quedarán como basura para otro, porque no sé si lo ha pensado o se ha dado cuenta o incluso lo ha experimentado, pero cuando alguien trasciende, lo que deja se convierte en eso, solo en basura, con la que sus deudos no sabe que hacer. Así que desprendámonos de lo innecesario y atesoremos lo verdaderamente importante: risas, amor, experiencias, abrazos, pláticas, miradas, atardeceres, naturaleza, sol, o cualquier cosa que a usted le guste y que no tenga ningún costo. Porque esas son las más valiosas. La valoración del aquí y el ahora nos enriquecerán, los regalos de vida suceden en el presente y en plenitud. Busque esta última a través de lo que realmente lo haga feliz. Deje atrás el miedo y atrévase a todo lo deseado. Haga y diga lo que piense siempre, cuidando de no lastimar a otros. No se detenga por nada. No deje que nadie le ponga límites y mucho menos su propia cabeza. Trabaje sus pensamientos día a día buscando que estos sean cada día de la mejor calidad.

Yo tengo muy claro mi epitafio, desde hace muchos años: “La que siempre hizo lo que quiso”. Cuando lo pienso no puedo dejar de suspirar profundamente, porque en el resumo lo agradecida que estoy por todo lo que ha pasado y la esperanza de todo lo que vendrá. Me gustaría dejarle la encomienda de que piense cual sería el suyo, si ya lo tiene, ¡magnífico! Sino, le suplico que no pierda tiempo y comience ya a vivir.

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