A pesar de todo, México se encuentra en la cuarta posición entre los países con mayor calidad de vida en el subcontinente americano, de acuerdo con la base de datos global Numbeo. Los principales focos rojos para México son las tasas de criminalidad, la incidencia delictiva, el tráfico y los salarios bajos. Nada más.
México ocupa la posición número 4 en el ranking de países con mayor calidad de vida en América Latina, sólo por debajo de Puerto Rico, Uruguay y Costa Rica, de acuerdo con la última actualización de la base de datos global Numbeo. México se encuentra en el puesto sexto si se considera el continente completo y el 50º en el ranking global.
El índice de Numbeo combina componentes fundamentales para el desarrollo social y económico de las personas, como la seguridad, el poder adquisitivo, el acceso a la vivienda, la contaminación, el tránsito, el acceso a la salud y el costo general de la vida.
Aunque los datos para México podrían reflejar en términos generales mayor resiliencia de este país ante la inédita crisis que representó la aparición de la Covid-19, todavía existen importantes retos en materia de desarrollo. Especialmente en el análisis global, donde los países nórdicos y algunas potencias asiáticas han logrado avances importantes no sólo en la calidad de vida de su población, también en materia de igualdad de género, derechos humanos y desarrollo sostenible.
El nivel registrado para el corte del primer semestre del 2021 implicó un avance en posiciones de México respecto de otros países de la región latinoamericana. Antes de la pandemia, a mitades del 2019, por ejemplo, Ecuador y Chile se encontraban por encima de México. Ahora, en medio del proceso de recuperación pospandemia, Ecuador pasó al quinto puesto y Chile incluso salió del top 10.
Si se consideran las 38 economías que conforman la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), México ocuparía el lugar 36, es decir tendría casi el peor nivel de calidad de vida del grupo, sólo superando los niveles de Colombia y Chile.
Los países que componen la OCDE al corte del 2021 son: Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Dinamarca, España, Estados Unidos, Estonia, Eslovaquia, Eslovenia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Irlanda, Israel, Italia, Japón, Corea del Sur, Letonia, Lituania, Luxemburgo, México, Nueva Zelanda, Noruega, Polonia, Portugal, Suecia, Suiza, Turquía, Reino Unido, Países Bajos, República Checa.
De acuerdo con las cifras desagregadas de Numbeo —un servicio que recopila desde 2009 datos sobre el costo de la vida, el precio de los bienes raíces, la calidad de vida y los trabajos— es posible observar que entre los principales obstáculos para la mejora de la calidad de vida de los mexicanos son los altos niveles de inseguridad pública, la congestión vehicular que termina en tiempos exagerados de traslado y niveles bajos de poder adquisitivo.
El ranking muestra que por ejemplo, en materia de seguridad ciudadana (entre más alta es la nota es mejor) México tiene una puntuación de 45.8 puntos y ocuparía la posición 70 en la lista global. Este es el rubro peor calificado y una de las problemáticas más alarmantes para la población. La nota que obtuvo Catar, el país más seguro del ranking, fue de 87.9 puntos.
Por su parte, en el índice que evalúa los tiempos de traslado (entre más baja es la nota es mejor) obtuvo una puntuación de 39.2 puntos mientras que Islandia, el país con el menor nivel de congestión de tránsito, obtuvo 19.9 puntos. En este rubro es importante señalar que, si se analizara por ciudades, la Ciudad de México y Guadalajara tienen notas significativamente más alarmantes. De hecho, la capital mexicana aparece como la número 16 con los tiempos de traslado más largos del mundo.
Otro de los rubros en los que México mostró baja calificación es el que evalúa el poder adquisitivo de la población (entre más alto es la nota es mejor); con 31.3 puntos y ocupando el puesto 56 a escala global, los mexicanos tienen una capacidad de consumo baja. La mejor nota la obtuvo Suiza con un 102.8 puntos.
La data de Numbeo sugiere que tres de los principales focos rojos en México son las tasas de criminalidad, la incidencia delictiva, los niveles de congestión vehicular y saturación de los servicios de transporte y un nivel generalizado de salarios bajo. En contraparte, México mostró un dinamismo importante en términos de clima y salud y presentó cifras regulares en la relación precio-ingresos de la vivienda.
La desigualdad, persistente
La OCDE, por su parte, en sus informes sobre el Índice para Una Vida Mejor, también ha reconocido que los indicadores de desarrollo nacionales han mostrado un importante progreso en la última década, especialmente en las tasas de ocupación, la cobertura de servicios de salud y el acceso y nivel educativos. La traba continúa siendo la desigualdad en toda su estructura interseccional.
México tiene una de las brechas más amplias en la distribución de ingresos del globo; sólo el 10% de la población concentra más de la mitad de la riqueza (59 por ciento). Esto explica por qué hay varios mexicanos en el top 50 de multimillonarios del mundo al mismo tiempo que cerca de 50 millones de personas viven con algún grado de pobreza en el país.
Y cuando se suma el análisis interseccional, las cifras se ponen peores. Ser mujer, indígena o pertenecer a la comunidad LGBT+ son factores importantes de vulnerabilidad. Es por ello que la mayoría de la población en pobreza es indígena, entre los trabajadores informales la mayoría se identifican como comunidad LGBT+ y la participación de las mujeres en puestos de liderazgo y dirección es bajísima. En su informe, la OCDE muestra que México tiene importantes brechas de género en los siguientes rubros: tasa de empleo, ingresos promedio, seguridad ciudadana y hasta salud percibida.
Atender la desigualdad, que además se ha intensificado con la crisis Covid-19, es fundamental para catalizar el desarrollo de México, la OCDE y otras instituciones de orden internacional como la Cepal (Comisión Económica para América Latina) y la ONU Mujeres, continúan insistiendo en fortalecer con recursos y seguimiento los programas, políticas y legislaciones dirigidas a la erradicación de estas estructuras de polarización como vía determinante para la sostenibilidad económica y social del país.