Zoilo camina con las manos en alto empuñando palanquetas de cacahuate y amaranto, en medio de automovilistas que esperan la luz verde del semáforo de Paso y Troncoso y Gómez Farías, en el centro de Veracruz.
Una gorra blanca lo cubre del sol, que golpea con más fuerza en el lado de la calle donde coloca sus cosas.
Son casi las 11:00 de la mañana y apenas vendió tres palanquetas de 10 pesos; ya le falta menos para volver a casa con su pareja y su hijo.
Durante cinco horas, Zoilo va y viene; aprovecha cuando el semáforo se pone en rojo para caminar en medio de los carros y luego vuelve a su puesto.
Al filo de los 78 años, la venta de palanquetas y amarantos es la única manera que Zoilo tiene para mantener a su familia.
El hombre, originario de Vega de Alatorre, apenas consigue una ganancia de 100 pesos diarios; a veces, con suerte, dijo, vuelve a casa con un poco más.
«La gente no compra, solo algunos, son raros aquellos que se llevan dos o tres palanquetas, pero son contados, hay que batallar, hay que estar dando vueltas y vueltas», comentó.
Aunque es pensionado desde hace 18 años, los ingresos de Zoilo apenas le alcanzan para solventar los gastos en casa.
Su esposa Gabriela padece ciclofrenia, enfermedad mental que en la actualidad se conoce como trastorno bipolar.
Para tratarla, Zoilo debe comprar una inyección que ronda los mil 800 pesos y pastillas de 900 pesos que debe tomar tanto en las noches como en las mañanas.
TRAS RECIBIR LA VACUNA CONTRA LA COVID, PERDIÓ TODOS SUS AHORROS
Hace dos días que el hombre regresó al crucero de Paso y Troncoso y Gómez Farías para vender sus dulces.
Zoilo estuvo ocho días reposando en casa debido a que la segunda dosis de la vacuna contra la covid-19, que recibió hace dos semanas, le ocasionó reacciones que no esperaba.
«Me cayó la vacuna y en vez de ayudarme, me dio pa´ abajo», lamentó.
También la primera dosis lo dejó postrado; por ambas convalecencias, el hombre acabó con sus ahorros, cerca de cinco mil pesos.
Aunque en Veracruz vive temporadas con sus hermanos, por lo que no paga renta, los gastos por la comida diaria y las medicinas de su esposa se acumularon mientras estuvo sin trabajar.
«¿Quién no va a gastar en casa estando en cama y no habiendo ingresos? Todo lo que tenía yo ahorrado se fue», señaló.
Ahora el hombre regresó a trabajar con el objetivo de concluir el pago de la inscripción de su hijo Ernesto a un Conalep del puerto de Veracruz.
Por estar enfermo, tampoco cobró la Pensión Universal para Adultos Mayores que recibe del gobierno federal.
Zoilo desconoce si recibió la pensión e incluso piensa que tal vez el dinero ya no está en su cuenta bancaria, pues afirmó que no lo cobró el día del pago.
Aun cuando las dosis contra la covid lo perjudicaron económicamente, el hombre de 77 años se siente satisfecho por estar protegido contra el virus.
Aunque el porcentaje de pobreza en Veracruz disminuyó entre 2018 y 2020, el Consejo Nacional de la Política de Desarrollo Social (Coneval) desestima que los cambios sean significativos.
El último informe del Coneval indica que, en dicho período, se registró una disminución de dos mil 438 personas en estado de pobreza y pobreza extrema en el estado.
La cifra de personas en estado de pobreza pasó de 60.2 a 58.6 por ciento, mientras que el porcentaje de la población en pobreza extrema de 16.1 a 13.9.
Según el Coneval, el estilo de vida de los veracruzanos se mantiene a pesar de la disminución de la pobreza y la pobreza extrema.
El consejo desestima, por ello, que la reducción sea significativa; para muestra, el caso de Zoilo, quien, a punto de cumplir 78 años, vive con limitaciones económicas y, a su decir, «batallando» para mantener a su familia.