Cosmovisión
Por: Raúl López Gómez
Recordando al Padre Chucho Córdoba
El maestro y amigo, Antonio de Jesús Remes Ojeda, publicó en las redes sociales, un comentario muy importante para la grey católica de Veracruz, para aquellos años del Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana, de los Cursillos y de la ACJM, que, por supuesto trae grandes recuerdos, de todos aquellos personajes que fueron parte de la obra de construcción de la Parroquia San Miguel Arcángel, mejor conocida como “La Cabaña”.
Dice el maestro Remes: a “48 años de fundación de la iglesia San Miguel «La Cabaña”. Que en el inicio se hizo de otate y palma, en una construcción muy “ad doc” en la región, que no se ha podido olvidar.
Chucho Córdoba por orden del Obispo Padilla pidió que buscara a los jóvenes para ayudar a construirla…Gracias Dios: Julito, Tito, Fallo y Carmelita Melchor, Quina y Toño Sosa, Víctor corito, Rulo, Quique López Gómez, Tere y Teté de Alba, Chucho, Turrubiates, Rafael Gallegos, todas las Basurto, Beto pambazo y Chori, Ricardo y Andrés Montalvo, todos los Moré, todos los Roca, los Deschamps, los Sotarrivas, doña Coquis e hijas. Héctor, Clemen, Charo, Carlos los cucas, los Rubido, los Jorge Acosta y sus hermanos, los diáconos Heladio Copto Solano (que luego impulsó la Parroquia en el Fraccionamiento Floresta) Silvino, Pedro Curiel y Pepe Rodríguez, presbítero (que después entraría tras la muerte el 3 de Diciembre/1974 del padre Chucho).y los que me faltaron, perdón…Fallo Hoz, Alejo, Beto Galván, y su hija Mónica, don Luis Camargo Y los papás de todos.
Esta es parte de la gran crónica de Toño Remes, la historia de aquella época, cuando fuimos jóvenes, todos inquietos y llevados por esa pasión de seguir a Cristo, como parte de un emblema, convicción y de elevada conciencia de vida, que se hizo parte de toda una región con una gran fortaleza.
En aquel tiempo, los jóvenes del Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana, hicieron de esa época difícil para la juventud, un cambio total, con una opción de encontrar otras salidas a los movimientos de conflicto y rebeldía de los años setentas.
La mano suave del obispo fundador de la Diócesis de Veracruz, don José Guadalupe Padilla y Lozano, quien se entregó a darle nuevas opciones de desarrollo humano y espiritual, como guía y pastor, que estuvo cerca de la gente, y que visitó siempre todos los pueblos y rancherías de la región en donde fue edificando las parroquias, que hoy son toda una realidad, de la mano de seminaristas, hermanas de las diversas congregaciones, seglares, sacerdotes y los ministros, que se fueron sumando a una causa inolvidable, en donde se cantaba por las calles y en los lugares las canciones del “Millón de Amigos y Jesucristo” del cantante Roberto Carlos, como himnos de unión entre todos en donde no se veían diferencias de clases sociales, al reunirse en una sola ruta y de una sola causa, todos en una comunión, que empujó en el puerto de Veracruz el Padre Chucho Córdoba, siempre inolvidable.
Doña Mary en el Fraccionamiento Virginia, dando el garaje de su casa para iniciar las misas y los cimientos de una nueva parroquia, doña Lilia, –mi mamá—en la calle de Salubridad, con la opción de las misas a las ocho de la noche todos los domingos.
El coro de los jóvenes motivados por el Padre Córdoba, que puso de moda la misa con instrumentos de la era del rock con apego a la liturgia que empezó a innovar con canticos modernos, y hasta con algunas canciones que se apegaron y aceptaron en aquel tiempo como parte de algo normal en las bodas: “Morir de Amor”.
Con un grupo musical de jóvenes que con sus instrumentos de rock se pusieron en otra dimensión en donde está el inolvidable Beethoven, que muchos años tocaba en el coro de la Catedral.
Con todos estos recuerdos a la brillante memoria del amigo y maestro Toño Remes, una mención especial también a Fallo Melchor, a quienes siempre vimos como dos hermanos mayores, que estimularon todos los días además a ir a jugar futbol al seminario, y por las noches de fines de semana, llevar serenatas a las mamás y a las chicas guapas también.
Aquel tiempo en el recuerdo en donde hubo una fusión respetuosa del trato entre adultos y jóvenes en una convivencia en el Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana, y en donde se sembró la semilla de aquellas generaciones, para el mundo católico de ahora en el estado de Veracruz, a llevar una vida en valores, que ha sido formativa e inolvidable.
Después, Toño Remes, nos llevó al Istmo de Tehuantepec, con el Padre Silvino, en una época allá muy difícil con los jóvenes en donde conocimos al obispo Arturo Lona, quién compartió la Teología de la Liberación, y lo vivimos con mucha pasión a pesar de las muchas horas de camino en los autobuses llamados “Totoperos”, y sin temor alguno, solos o en grupo llegamos al Colegio Motolinía, para estar en los Encuentros con aquellos jóvenes del Cocei, además de aprender algo de zapoteco y de la música de aquella región impresionante. Así las cosas