Todos Los Santos y Los Fieles, Difuntos
Agustín Basilio de la Vega
En el año 998 en Cluny, Francia, San Odilón propuso dedicar dos días a los difuntos. En el siglo XIV, Roma extendió esta idea a todo el mundo. Desde entonces, el primero de noviembre se recuerda a todos aquellos que ya están en la presencia de Dios (fiesta de Todos los Santos, aunque no aparezcan en el santoral), y el 2 de noviembre se recuerda y ora por aquellos difuntos, que creyeron en Dios, y que están aún en camino de la salvación (día de los Fieles Difuntos).
Esta tradición cristiana, al llegar a América, tomó algunos elementos prehispánicos. El resultado fue el sincretismo que está lleno de folclore. En México, particularmente, es muy colorido, pero con algunas supersticiones.
Los elementos cristianos del altar mexicano propio de estas tradiciones, (lugar elevado donde se colocan ofrendas) nos ayudan a recordar que la vida es efímera y que el hombre está llamado a trascender. Los altares sirven para alabar y agradecer a Dios la vida, recordar a los Santos y pedir por nuestros difuntos. Algunos de sus elementos son los siguientes:
Las calaveras representan a la muerte, la fragilidad del ser humano y la banalidad de la vida. Se hacen “calaveritas” de chocolate, azúcar y hasta de pan. Para el cristiano, la muerte es el límite de la vida temporal: somos polvo, pero allí no acaba la existencia.
Las fotografías nos recuerdan a los santos (personas de fe que son ejemplos a seguir) y a quienes los tenemos presentes, como ocurre con los héroes nacionales que hicieron cosas extraordinarias con sus vidas ordinarias.
Nuestros difuntos son recordados también con ofrendas; alimentos, bebidas, objetos. Sus fotografías se ponen para pedir por ellos para que sean recibidos en el paraíso. Cabe destacar que es conveniente poner poca comida para evitar que se desperdicie.
Las flores ayudan a recordar la vida y los cirios, veladoras o llamas para tener presente que Jesús es la luz del mundo que muestra el camino para la trascendencia. En los altares de “La Patria” es común ver grandes hogueras de la esperanza como ocurre también con el fuego olímpico.
Los altares mexicanos son una hermosa tradición de nuestra cultura. Su belleza reafirma la fe en Dios y en la vida eterna. Sirven para dar gracias por todas las bendiciones recibidas, el agua y la sal representan también que el cristiano es un bautizado y además sal de la sociedad. El crucifijo es el signo del precio de la salvación.
Damos gracia en estos días por nuestros antepasados y pedimos por su descanso eterno.
Twitter @basiliodelavega 1 de noviembre de 2021