Capital social y prospectiva.
David Quitano Díaz.

Las malas compañías son destruidas por una crisis. Las buenas compañías sobreviven a ellas. Las compañías de excelencia mejoran por su intermedio.
Andry Grove. Ex director de Intel.

Durante este mes estoy impartiendo una clase de posgrado que se centra esencialmente en el estudio del llamado “Capital social” concepto que es los últimos 30 años ha tomado un relieve interesante como consecuencia de la búsqueda por parte de los principales estudiosos del mundo, sobre por qué existen países más prósperos y felices que otros.
A tal grado que el World Development Report, del Banco Mundial ha afirmado que el capital social tiene efectos sobre el desarrollo económico. Más cuando el mismo reporte entiende que el Capital social representa el grado de cohesión social que existe en las comunidades.
Lo anterior se refiere a los procesos entre personas, los cuales establecen redes, normas y confianza social, y facilita la coordinación y la cooperación para el beneficio mutuo.
Situación que alarma toda vez que, así como se requiere cooperación en la vida doméstica del país también lo requieren los países para salir de esta acalorada pandemia, misma que no sabemos hasta dónde vaya a topar, y cuáles sean los estragos en un país que deambula sobre el conflicto y la diatriba.
Francisco Rojas Aravena rector de la Universidad de la Paz de la ONU, menciona en la Revista Foreing Affairs que, en la actualidad, Latinoamérica no tiene capacidad de concertación, no posee una voz común para coordinar y enfrentar la crisis de salud ni el gran desafío del cambio climático.
Y aquí viene a colación el tema del Capital Social -deficitario en la región-, ya que según el autor sin confianza no hay cooperación ni colaboración, sin cooperación y colaboración es imposible progresar y alcanzar la paz.
Situación que se puede constatar con el Informe Mundial de la Felicidad 2021 de la ONU, mismo que evaluó el impacto del Covid-19 en la calidad de vida de la población mundial y las distintas acciones gubernamentales para enfrentar la pandemia. México ya no es tan feliz como antes de la pandemia al caer 23 lugares en ranking de la ONU.
En ese tenor, por ejemplo, Finlandia se mantuvo como el país más feliz en el mundo, según el informe Mundial de la Felicidad 2021 que presenta la ONU, lo cuál suena lógico si hacer una covarianza en términos de su ubicación también en el índice de desarrollo humano.
El estudio reconoce que los principales retos que se han enfrentado en los últimos tiempos son la inseguridad económica, el estrés, además de distintos desafíos en la salud física y mental.
Además, diversos estudios exponen que en Latinoamérica suma 25% de las muertes por covid-19 en el mundo pese a que solo tiene el 9% de la población.
Por tanto, el rezago de capital social no advierte un futuro complicado, principalmente por la falta de confianza en el mismo. Ya que la confianza se crea con educación, y con la educación para la paz se aprende la convivencia pacífica, la convivencia democrática y la convivencia para el desarrollo.
Bajo ese vaso comunicante, en estos tiempos de crisis es importante hacer prospectiva para salir adelante en los escenarios que la vida nos pondrá por delante, y se tiene que apostar por la confianza, porque la confianza beneficia la institucionalidad a favor de las mayorías.
Para eso requerimos la unión para ejercer planeación viable y sostenible. Ya que, en contextos de polarización y conflictividad, no hay posibilidades de ejercer ningún derecho. Esto último parece una obviedad, en lo sencillo está lo valioso, a veces confundimos lo grande con lo grandioso y ahí está la trampa, que no nos suceda.