BICENTENARIO DEL NATALICIO DE FEDOR DOSTOIEVSKY. (II)
“La casa de los muertos.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

A finales del año 1849, Fedor Dostoievsky fue encarcelado y juzgado por la autoridad del zarismo ruso encabezada por Nicolás I, la sentencia original era terrible; pena de muerte, cuando el escritor ruso escuchó la resolución judicial y sintió muy cerca la muerte, pensó y reflexionó lo siguiente: “Y si no muriese? ¿Y si se me hiciese la gracia de la vida? ¡Qué eternidad! ¡Y sería mía! ¡Oh, entonces, cada minuto sería una existencia nueva! No perdería uno y contaría todos los instantes de mi vida para no malgastar ni uno solo…”
Dostoievsky estuvo encarcelado en Siberia de enero de 1850 a febrero de 1854, este terrible calvario que vivió cambiará por completo su vida, antes de su encierro el literato ya gozaba de cierta fama e incluso su obra competía contra la de los consagrados Nicolái Gógol e Iván Turguénev, no obstante, sus obras de mayor trascendencia serán escritas y publicadas posterior a la experiencia de presidiario, el ejemplo más referenciado se encuentra en la novela autobiográfica: “La casa de los muertos”, publicada entre 1861-62, aquí Dostoievsky cuenta a través de un personaje llamado Aleksandr Petróvich el terrible infierno que se vive en prisión, el titulo de la novela simboliza que los penados se sienten: muertos en vida, aun así, la esperanza de la libertad y el anhelo de vivir siempre los retorna a la vida.
En la novela nos encontraremos con un sinfín de personajes, historias y anécdotas. Petróvich estuvo encarcelado por un periodo de diez años, la pena que cometió fue haber asesinado a su mujer: “Yo también atrapé a mi mujer con un amante. Entonces la llevé a la cuadra, doblé un cabestro en dos y le dije: -¿A quién has jurado ser fiel, eh? ¡Dilo! Y la sacudí con el cabestro, pero la golpee a brazo partido durante una buena hora y media, mientras ella gritaba. Se llamaba Avdotia, amigo mío.”
El protagonista nos contará su experiencia desde el primer día del encierro hasta su liberación, esto implica conocer personajes de todos los tipos; delincuentes confesos, crímenes terribles, presos inocentes, abusos de autoridad, racismo, trato inhumano, etc. en cada capítulo Dostoievsky nos presenta la esencia de la condición humana reflejada en bondades y miserias, esperanzas y desesperanzas, y particularmente aborda el tema del fallido objetivo penitenciario de la readaptación social, ya que los presidiarios en lugar de regenerarse y arrepentirse de sus crímenes, la exagerada rudeza de las penas logran hacerlos más bárbaros, crueles e insensibles, tal es el caso de un joven que asesinó a sus padres y no muestra el mínimo arrepentimiento, o de aquel personaje que asesinaba niños y vive tranquilamente como si ningún remordimiento de consciencia lo acusara, el escritor literalmente apuntó:
“Ya he dicho que durante los años que viví en presidio no pude observar en mis camaradas el menor indicio de arrepentimiento ni de remordimiento; en su fuero interno la mayoría de los condenados creían haber obrado bien. Esto es indudable. Evidentemente la vanidad, los malos ejemplos, la bravuconería y la vergüenza mal entendida, deben influir en ello. Pero, por otro lado, ¿Quién puede sondear estas almas caídas, o descubrir el misterio de lo que permanece oculto para todo el mundo? No obstante, yo hubiera debido observar, al menos eso me parece, algún indicio de sufrimiento en aquellos seres durante tantos años como conviví con ellos. Sin embargo, no descubrí nada. Sin dudas no debe juzgarse al criminal por ideas preconcebidas; por supuesto la filosofía del crimen es mucho más complicada de lo que a simple vista parece. El presidio y los trabajos forzados no logran corregir al delincuente; se limitan a castigarlo y a preservar a la sociedad contra los atentados que pudiera cometer en el futuro. Le reclusión y el trabajo forzado no logran sino fomentar en el criminal un odio profundo, la indiferencia espantosa.”
Luego entonces, ¿Hacia dónde ir con el tema de la readaptación social? ¿Se debe tratar generosamente a un delincuente aunque haya asesinado niños o a sus propios padres? Por supuesto que son temas difíciles de abordar, el propio autor señala que debería hacerse una separación seria según los delitos, circunstancias, móviles de los crímenes, etc. pero, en cualquier coyuntura no debemos olvidar que el condenado es un ser humano, y si bien algunos tienen una terrible potencialidad para el crimen, la crueldad y el abandono inhumano en que viven no resuelven sus conflictos, y si algún día obtienen la libertad probablemente reincidan, ya que el sentimiento de odio, rencor, frustración, no fue eliminado de su alma, en el caso particular de Dostoievsky su alma fue transformada, aclarando que él no cometió ningún crimen, su culpa fue rebelarse contra el sistema de gobierno opresor, empero, al estar cerca de la muerte y después al vivir un durísimo encarcelamiento su vida se transformó.
El escritor ruso descubrió en la cárcel la voluntad de vivir y a esta voluntad le encontró un sentido consistente en enfrentar la absurdidad, lo plantearé así: nacemos con el sentimiento trágico de la muerte, y lo peor es que vivimos muy aprisa buscando éxitos, obteniendo posesiones, aparentando cosas, hoy es lunes, mañana martes, y otra vez lunes, caminamos rápido, corremos, nos angustiamos, nos empeñamos, y de pronto nos preguntamos: ¿Cuál es el sentido de la vida?, ante esta pregunta nos detenemos, si somos profundos al inicio dudaremos, respuestas habrá, la más fácil (respetable) es la fe, pero tendría que ser una fe muy poderosa y vivirla a plenitud para que tentativamente nos otorgue paz, tranquilidad y espiritualmente certezas, aun así, en la mayoría de los casos será tentativa, claro está, para los creyentes es un gran avance, han encontrado una respuesta y con ella se pueden sostener y sobrellevar la vida, pero aquí entraría otra reflexión; los que no tienen fe: ¿Cómo se sostienen?
Aleksandr Petróvich (alter ego de Dostoievsky) va descubriendo principios del alma humana que son fundamentales para la comprensión del hombre en general, los citaré textualmente: “Ningún hombre puede vivir sin un objetivo a cuya consecución dedique su esfuerzo; si no tiene ninguna finalidad ni esperanza, su desesperación lo convierte en un monstruo…nuestro fin, el de todos nosotros, era la libertad, la salida del presidio.”
El tener objetivos para vivir no resuelve el problema de la muerte, es decir, no responde si hay vida después de la vida, si el alma puede ser salvada, etc., sin embargo, nos da una salida para el tema más importante que es vivir nuestras vidas, ahora se comprende porque al momento que Dostoievsky era llevado a prisión, mientras todos sus compañeros lloraban de angustia y desesperación, él al saber que seguiría vivo (aunque fuera en prisión) expresaba:
“No estoy abatido, querido hermano, ni he perdido el valor. La vida es la vida donde quiera que haya un hombre vivo junto a otros, y reside dentro de nuestros corazones y no en el mundo que nos rodea. Pero el mantenerte firme en cualquiera circunstancias, sin cobardías ni titubeos, eso es ser hombre y es vivir.”
Así que hoy levantémonos, no vivamos nuestras vidas en: “la casa de lo muertos”, robémosle dichas y agradables momentos a los días, es lo único que podemos hacer, que debemos hacer…
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