“Tamales calientitos” se lee en las cartulinas neón pegadas a las ollas metálicas rodeadas de personas que buscan mitigar el hambre de manera rápida y económica. La Candelaria, además de ser una celebración religiosa, en México es también una oda a este platillo tan apreciado.

Los tamales tienen su origen desde la época prehispánica y en la actualidad el dos de febrero es tradición comerlos en reuniones como forma de celebración.

“Se ubican unas 500 recetas a base de tamales en todo el país, que derivan en unas 3 mil o 4 mil preparaciones, según costumbres familiares, invenciones y adaptaciones”, informa la página oficial de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural del Gobierno de México.

La misma secretaría resume las siguientes creencias sobre la preparación de los tamales:

1. Para que los tamales queden “bien”, es necesario persignar la masa.

2. Mientras se preparan los tamales se debe cantar para que no salgan agrios.

3. Si hay alguna persona “hambrienta” o que esté llorando en la casa, debe salirse porque sino quedan crudos los tamales.

4. Cuando los tamales están “haciéndose del rogar”, es decir, tardan en cocerse, se debe patear o zarandear la vaporera.

5. Una embarazada no debe hacer tamales porque quedan “pintos”, esto quiere decir partes cocidas y partes crudas, y si participa en la preparación debe atarse un listón rojo alrededor del vientre.

6. No se debe abrir la vaporera, durante la cocción porque se encelan y quedan “pintos”.

De dulce, chile, pollo, puerco, picositos, con verduras ¡y hasta de mariscos!, los tamales pueden ser de distintos sabores, formas y preparaciones. Pero ciertos rituales que han pasado de generación en generación según creencias populares mexicanas aseguran que que los tamales sean un éxito o un fracaso.