Los científicos llevan años llamando la atención y alertando sobre el cambio climático (C. C.) y sus consecuencias que, a estas alturas, se pueden considerar como irreversibles y en su mayoría han sido ocasionadas por el hombre. La elevación del nivel de los océanos, la subida de temperaturas o los daños a los delicados equilibrios de los ecosistemas naturales son algunas de las pruebas de la existencia del cambio climático que ha llevado al mundo a su periodo más cálido y crítico en dos mil años. El planeta vive una contingencia ambiental que si no se atiende de manera conjunta y radicalmente decidida, en 20 años la temperatura habrá aumentado dos grados (Nature Geoscience). El C. C. ya ha causado daños irreversibles para los próximos cientos y posiblemente milenios. Científicos, especialistas, activistas y organizaciones civiles (organizaciones no gubernamentales) llevan anunciando esta realidad devastadora desde hace décadas, y aunque claramente este C. C. se debe a la actividad humana, hay una gran diferencia entre el tipo de actividades que realizamos los seres humanos sobre el planeta Tierra. Ni usted, estimada lectora y lector que me hacen el favor de leerme, tenemos gran culpa en la situación crítica que vive el planeta. Si acaso contribuimos a su deterioro porque contamos con un vehículo movido por un combustible fósil y en nuestra casa guisamos con una estufa de gas licuado de petróleo, o en el mejor de los casos con gas natural. Los verdaderos responsables de esta situación son las grandes corporaciones industriales que consumen grandes cantidades de energía para su producción diaria. Y cuando hablo de grandes corporaciones me refiero a las privadas y gubernamentales. Para evitar esta situación, de acuerdo con los especialistas, el mundo necesita «cambios rápidos, de gran alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad». ¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros desde nuestra trinchera? Realmente es poco pero algo podemos hacer. La fórmula es muy sencilla, ahorrar la mayor energía en nuestro espacio inmediato, cuidar nuestros espacios verdes, utilizar menos nuestro automóvil y caminar a la tienda cuando la tengamos al alcance de la mano. No es mucho pero con esta sencilla fórmula podemos contribuir con un granito de arena a no deteriorar más el clima.