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Celeste viaja en bici con su cachorra de Jalcomulco a San Luis Potosí

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Fuente:
E-Consulta Veracruz

El cicloviaje de Celeste con su cachorra Izel, va del río La Antigua en Jalcomulco al río Tampaón de la Huasteca Potosina.

Mientras Izel rompe el cierre de su remolque con sus colmillos de cachorra, Celeste Amayrany toma un descanso a orillas de la carretera en el estado de Veracruz; hace dos años que la kayakista oriunda de Nayarit comenzó una aventura en cicloviaje.

Son 534 los kilómetros desde la zona centro de Veracruz hasta Ciudad Valles en San Luis Potosí, su meta es ser guía de rafting en las turquesas aguas del río Tampaón que se ubica en su lugar de destino.

El objetivo siempre fue llegar en Semana Santa, pero sabe que en el camino hay cosas que no dependen de ella. «He aprendido que por más planes que haga siempre pasa algo».

Desde que se despidió de los caudales que rodean Jalcomulco, la viajera va acompañada de su fiel amiga Izel, una traviesa perrita mestiza de talla mediana.

En el camino se suman otros ciclistas, la Red de Apoyo a Cicloviajeros y Enlacer Bikers las alcanzan para rodar con ellas por algunas zonas y así no van solas. «Lo que más me gusta de viajar es la gente que voy conociendo», relata.

 

Los breves tramos que recorren sin compañía, Celeste los aprovecha para hablar con Izel«¿Cómo vas? ¿Quieres ir al baño? ¿tTenes hambre?”, le dice mientras pedalea.

Izel va detrás en un pequeño remolque de lona azul con partes grises, en una esquina la calcomanía de un hongo de colores chillantes le da más vida.

Su cabecita blanca se asoma y el aire acaricia sus orejas hasta cansarse, entonces pone su patita en la llanta trasera de la bici pidiendo una pausa.

Siete meses en Jalcomulco, la meca del raft mexicano

Siete meses antes de esta aventura, Amayrany buscaba una oportunidad para hacer rafting en los accesibles rápidos de Jalcomulco, llegó acompañada de su novio y dos perritas tras rodar desde Playa del Carmen.

Ese viaje de mil 400 kilómetros le enseñó a vivir con lo indispensable. «En el camino vas dejando cosas porque no puedes cargar con tanto desmadre.»

Aunque no cae en lo infantil, la voz de Celeste no coincide con su edad y frecuentemente acompaña sus frases con una risa que contagia.

 

 

 

Al poco tiempo la realidad desajustó sus planes. «Él encontró trabajo rápido pero yo no, el rafting aún es un deporte de hombres, no contrataban mujeres guía», cuenta desanimada.

Sin más detalles, cuenta que entre ella y su pareja hubo un punto final y decidieron que Itza y Lilith, sus cachorras, se quedarían con él.

Pensó que su estancia en Jalcomulco sería corta, pero al conseguir trabajo como guía de rafting se ancló por siete meses en la meca del raft mexicano.

Entre los descensos y las pláticas bajo los serenos árboles que bordean el río La Antigua, Celeste encontró la complicidad de nuevas amistades.

 

Izel, compañera única

La voz de Amayrany se suaviza cuando habla de la cachorra que la acompaña. «Tenía como dos meses, era súper tierna, saltaba y me veía como diciendo llévame, ‘llévame'».

Izel fue abandonada de cachorra, y aunque Amayrany no podía darse el lujo de adoptar una mascota, dice que la perrita fue quien la eligió como compañera.

 

 

 

Izel, que significa Única en maya, posee rasgos irrepetibles de una canina mestiza; pelaje blanco, cubierto de grandes manchas negras que parecen pangeas, y una bella heterocromia que inyecta de azul y café sus ojos.

 

Jalcomulco mágico

Con la perrita a su lado la viajera había echado raíces en Jalcomulco, justo lo que nunca había buscado.

El sol pigmentando su piel morena, sus trenzas africanas galopando sobre sus hombros a cada rebote de la balsa descendiendo en el río Pescados o en La Antigua, Amayrany se hizo guía y se probó a sí misma en la carrera de kayaks de Alseseca (2022), uno de los eventos más prestigiosos a nivel nacional en la disciplina.