TIERRA DE BABEL
Jorge Arturo Rodríguez
¡En la Madre Tierra!
Aperitivo 1: Claro, a lo largo de nuestra vida hay desencantos, hay desencanto frente a nuestros hijos, ante determinados amigos, situaciones, frente al trabajo, el desencanto es parte de la vida, pero eso no quiere decir que desista… Yo creo que la crítica también hace mucho bien… la crítica es parte de la vida humana y esa crítica es muy respetable y que no ser crítico también es un error. No sería una mujer valiosa o interesante, suponiendo que lo sea, si no tuviera habilidades críticas. No soy una oveja. (Elena Poniatowska). ¿Entiendes, Méndez…?
Aperitivo 2: El actor y comediante Héctor Suárez Gomís, días antes del pasado domingo 10 de abril, fecha del ejercicio de la revocación de mandato, expresó: “Veré la televisión, ¿quién juega ese día? No pienso hacer absolutamente nada, no voy a ir a votar. Afortunadamente, en la casa se promovió siempre el respeto a la individualidad y a que pensaras por ti mismo, eso se nos alimentó y yo como siempre he sido una oveja negra, y no confundamos el término, la oveja negra es quien piensa por sí mismo, el que sabe lo que quiere y no sigue un pastor, entonces, yo no necesito un pastor para vivir, me niego a ser un borrego”. ¿O te lo explico, Federico?
Unos científicos, investigadores, académicos y demás dicen que el mundo muy probablemente está por acabarse; incluso, la ONU ha advertido de tal posibilidad. No hay que ser chucho en el asunto, pos pa’ dónde quiera que voltee, el mundo está de la chingada y se pondrá peor. Pero hay quienes sostienen que no hay que ser fatalistas, que aún hay tiempo para salvarlo y salvarnos, sólo hace falta un chingo de esfuerzo para sanear lo poquito que nos queda, empezando por hacer conciencia y… Me lleva la que me trajo. En lo personal, no veo por dónde ni siquiera interés en pretender cambiar tantito para que el mundo respire esperanza y no nos vayamos al abismo… Al fin del mundo.
Este 22 de abril es el Día Internacional de la Tierra Madre. ¡Qué poca madre tenemos! Ni hablar de la tierra que nos la estamos acabando, somos depredadores. Claro, hay excepciones. Apostemos por eso, por salvar a nuestra Madre Tierra y, en consecuencia, a nosotros mismos y generaciones futuras. Y pa’ no ser fatalista, mucho menos indiferente y pa’ no encabronarme con la gente que le vale madres, mejor les dejo lo siguiente.
Un alumno le pregunta al profesor:
-¿Cuánto pesa la Tierra?
Y el profesor le dice:
-Buena pregunta, buscadlo y mañana me lo decís.
Ese día el profesor buscó la respuesta por todas las enciclopedias y al día siguiente preguntó si alguien lo había encontrado y como nadie dijo nada lo dijo él:
-La Tierra pesa 128.239.496 toneladas.
Y el alumno que le hizo la pregunta le volvió a preguntar:
-¿Con gente o sin gente?
**
Iba a explotar el planeta Tierra y todos se preguntaban en que planeta iban a vivir.
-Yo voy a vivir a Marte- dijo Juan.
-Yo voy a Urano- dijo Miguel.
-Y yo voy a ir al Sol- dijo Pedro.
-Pero… ¿no te vas a quemar?- dijo Juan.
-No, porque yo voy a ir de noche- dijo Pedro.
Los días y los temas
Hablando de celebraciones, el 23 de abril es Día Internacional del Libro, y pos ya sabemos que poco leemos, mucho menos en estos tiempos de aciago y de tecnologías y de internet y etc. Vaya, en estos tiempos de más pendejez humana; aunque, claro, hay excepciones.
Dicen algunos que el libro va a morir; otros, apuestan por él. La escritora Irene Vallejo manifestó: “Convivirá con las pantallas, evidentemente. Yo tengo un Kindle, lo cierto es que trabajo habitualmente con el ordenador, y cuando leo quiero descansar la mirada en la blancura del papel. Además, aprecio la dimensión sensorial del libro, que lo acaricias, lo tocas, que tiene una dedicatoria, unas notas, que guardas dentro un recuerdo, una flor prensada entre las páginas”. ¡Yes! Digo. ¡Sí!
En entrevista, mi tocayo Arturo Pérez-Reverte expresa: “…la Literatura (signifique esa palabra lo que signifique) no corre peligro de cara al futuro. El inconveniente, finaliza el escritor en el podcast de Jordi Wild, es el consumidor. “El problema vendrá si el lector no le exige al videojuego, al podcast, o al soporte que sea, calidad y contenido con profundidad. El problema vendrá”, termina, “si el lector se vuelve idiota y superficial”. (elpais.com, 17/03/22).
Ahí les hablan.
De cinismo y anexas
Pongamos a la Madre Tierra en estado de emergencia, pa’ que sane tantito, démosle la mano y salvemos al mundo. Mientras, leamos libros. Fernando Savater, en librotea de milenio.com, comentó:
“Estimado desconocido, comprendo que eres una persona muy ocupada y que es una impertinencia pedirte además que leas. Tienes tu trabajo (lástima que no seas un rentista, que es la condición perfecta del lector), tu familia (desde el punto de vista de la lectura, lo mejor sería que estuvieras soltera/o y sola/o en la vida, pero hay que aceptar lo que nos toca), tus aficiones de interior y al aire libre, incluso tu religión o tu militancia política que está muy bien pero que también quita su tiempo.
“A ello se añaden tus horitas diarias de internet, la búsqueda de vídeos graciosos que mandar a los amigos para que vean que tienes chispa, los partidos de fútbol, los partidos de tenis, las 24 Horas de Le Mans (que duran eso, veinticuatro horas) y tantas otras necesidades de tu espíritu a las que no vas a renunciar. De modo que lo de leer, francamente, está difícil. ¡Qué más quisieras tú que tener tiempo para eso!
“Pero yo te propongo que leas un libro, sólo un libro, del género que prefieras. Una vez leído se acabó, nunca más, abandonas el vicio para siempre. A no ser que… Por si acaso, voy a decirte un libro, nada más que uno de cada género, por si te sirve de orientación.” Consúltenlo. Me quedo con los siguientes dos que recomienda:
*Si vas a leer un sólo libro humorístico, que sea «Para leer mientras sube el ascensor», de Enrique Jardiel Poncela, porque cuando el humor no es breve y chocante deja de ser humor para convertirse en otra cosa (por ejemplo, el Quijote).
*Y si sólo quieres leer un libro pero que sea de filosofía y de poesía, de aventuras y de terror, histórico y hasta político, lee «Moby Dick» de Hermann Melville. Si puedes, léelo todos los años.
Ahí se ven.
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