En España, pero sobre todo en Madrid, son una leyenda gastronómica indiscutible. Yo no sé si en México también son una leyenda, pero en mi tierra son una exquisitez. En la madre patria me atrevería a decir que se han escrito tratados y se han publicado investigaciones muy serias tratando de averiguar el origen de este sencillo pero a la vez sofisticado platillo. Una de las conclusiones a las que han llegado, eso sí, y estamos totalmente de acuerdo, de que se trata de un «bocadillo» —como suelen decirle en la península de manera coloquial— legendario: el pepito. Entre otras historias se dice que a finales del siglo XIX, en el Café de Fornos de Madrid, el hijo de los dueños, un niño llamado Pepe, fue de forma inocente el creador del suculento plato. Yo no sé pero en Córdoba hay un lugar en donde sirven los clásicos pepitos como Dios manda: pan de bolillo, untado en una parte con mayonesa y en la otra con frijoles refritos ligeros, una buena porción de filete de res asada a la plancha, bañado con una generosa dotación de ajos troceados y dorados, acompañado de papas a la francesa y un chile jalapeño toreado. El bolillo se sirve ligeramente caliente también pasando por la plancha de asar. Cuando vayan ustedes a Córdoba y cenen en el restaurant El Tabachín de los portales pídanlo y se van a acordar de su amigo y servidor..