De acuerdo con su publicación conjunta: Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe. Los salarios reales durante la pandemia: evolución y desafíos, México destaca entre las economías de la región, al registrar los aumentos en sus salarios mínimos reales más pronunciados desde el 2018, pero principalmente en el 2020, con alrededor de 16 por ciento.
No obstante, para México, el incremento de precios al consumidor el año pasado generó una desaceleración de los salarios mínimos reales, al registrar un avance de sólo 9 por ciento.
El aumento de la inflación en el 2021, por su parte, afectó de forma negativa los salarios mínimos reales de la región, tanto por el número de países en los que el indicador experimentó una contracción (10 países) como por la magnitud de la contracción de la mediana regional de 1.4 por ciento.
La caída del poder adquisitivo de los salarios mínimos está asociada a la trayectoria creciente de la inflación, dado que los ajustes se suelen basar en la inflación pasada.
El promedio de la variación de los salarios mínimos reales a nivel regional tendió a desacelerarse en el segundo semestre de 2020, describieron los organismos internacionales, y a ser cada vez más negativa en el 2021, a medida que incrementaba la inflación semestra
“Con las excepciones de México, El Salvador, Uruguay, Argentina y el Estado Plurinacional de Bolivia (por orden de magnitud), en los que el salario mínimo real experimentó un aumento —especialmente en el segundo semestre de 2021—, en la mayoría de los países el indicador registró contracciones al acelerarse la inflación, sobre todo en la segunda mitad de 2021”, se lee en el informe.
Vulnerabilidades
Por otra parte, entre 2019 y 2021, la mayor parte de los países siguieron realizando al menos un ajuste anual del salario mínimo nominal. El hecho de que la mayoría de los ajustes se efectuaran a inicios del año influyó en la pérdida del poder de compra en el 2021, en un contexto de inflación creciente.
El desempeño de los salarios reales de los asalariados que se encontraban en una situación relativamente más vulnerable durante la pandemia, como las mujeres, la juventud y las personas asalariadas de sectores de servicios o de menor escolaridad.
La Cepal y la OIT destacaron que las personas que trabajan en el servicio doméstico se vieron más afectadas durante la pandemia, tanto por la pérdida de empleos como por la caída proporcionalmente mayor de sus salarios reales.
“Dado el contexto de mayor informalidad de las relaciones laborales propio del servicio doméstico, así como el efecto que tuvo la pandemia en los ingresos de los hogares que demandan dichos servicios, se vuelve prioritario retomar los esfuerzos en pos de políticas que promuevan tanto la formalización del empleo del servicio doméstico como mecanismos de inspección laboral que permitan asegurar el cumplimiento de las condiciones laborales y salariales de este colectivo”, recomiendan las agencias de Naciones Unidas.