LA MUERTE DE ARTEMIO CRUZ.

Una década sin Carlos Fuentes (1928-2012).

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

Una de las novelas más emblemáticas y leídas de Carlos Fuentes es la titulada: “La muerte de Artemio Cruz”, obra publicada entre 1959-1960, y si bien Juan Rulfo algunos años atrás ya había anunciado y denunciado que los principios por los que se hizo la Revolución mexicana habían muerto, porque lo que reinaba era la corrupción, la desigualdad social, el empoderamiento de una nueva clase política, el monopolio del poder, etc., Carlos Fuentes con esta magistral obra claramente muestra, a través de su personaje Artemio Cruz, el prototipo de hombre-político-empresario-líder-sindical-magisterial-obrero, etc., que produjo la Revolución: hombres ambiciosos, corruptos, viles, autoritarios, codiciosos, y un sinfín de características que son puntualmente descritas por Fuentes en esta historia.

El contexto principal será el México revolucionario y posrevolucionario, conocemos de Artemio Cruz desde el año 1889 hasta 1955. Es importante señalar que Fuentes escribe una obra donde debemos tener cuidado con el tiempo narrativo, porque en momentos estamos ante un monólogo del personaje sobre el amor, el poder, su pasado, presente y futuro, y esto puede incluir que sean reflexiones sobre temas universales: la soledad, la muerte, y de pronto esta misma narración nos conduce a una determinada etapa de la historia de México, e incluso, cada capítulo inicia con año y fecha. Lo anterior nos ayuda mucho porque podemos ubicar el contexto histórico de México, y ya adentrados en la vida del protagonista, el contexto de su vida personal.

Un ejemplo es cuando leemos el apartado: “1913:4 de diciembre”. Esta es la tercera sección de la novela. Por las dos anteriores: “1941: 6 de julio” y “1919 20 de mayo” sabemos que Artemio Cruz es un hombre de 71 años de edad al borde de la muerte. Artemio fue un soldado que participó en la Revolución, estuvo del lado carrancista y principalmente obregonista, combatió a los villistas, y de ser un hombre que originalmente creía en los principios de la Revolución, por los efectos y resultados de la misma, se convirtió en un hombre frío, corrupto, calculador, traicionero, voluntarioso. Estas características lo ayudaron a amasar una enorme fortuna, tener mucho poder; fue Diputado, su principal riqueza la hizo en el periodo del Presidente Miguel Alemán Valdés. Como señalé, estos antecedentes los conocemos por los primeros dos capítulos. Cuando nos situamos en el tercero y vemos el año 1913, en automático imaginamos que en lo referente a lo histórico sabremos de la vida de Artemio Cruz como revolucionario. Aquí estaremos situados en la decena trágica, en el arribo del traidor Victoriano Huerta al poder. Empero, al mismo tiempo nos incrustamos en la vida muy íntima del personaje, de hecho, este capítulo tiene como protagonista fundamental a Regina, la única mujer que amó a Artemio Cruz, y sin duda alguna él la amó profundamente, pero los enemigos revolucionarios la mataron.

Carlos Fuentes en este capítulo desarrolla escenas eróticas, créanme que independientemente a la temática de fondo de la novela y el personaje, se puede leer exclusivamente como un estudio del erotismo en la literatura mexicana. Ejemplo es cuando narra uno de los encuentros amorosos entre Regina y Artemio: “Verla caminar, arreglar la cama, soltarse el pelo. Quitarle las últimas ropas y besar todo el cuerpo, mientras ella permanece de pie y él se va hincando, recorriéndola con los labios, saboreando la piel y el vello, la humedad del caracol; recogiendo en la boca los temblores de la niña erguida que acabará por tomar la cabeza del hombre entre las manos para obligarlo a descansar, a dejar los labios en un solo lugar. Y se dejará ir de pie, apretando la cabeza del hombre, con un suspiro entrecortado, hasta que él la sienta limpia y la cargue a la cama en brazos…”

Hasta lo aquí narrado tenemos claro quién es el protagonista central y el contexto histórico en que vivió, más los amplios detalles de su vida personal: su matrimonio con Catalina Bernal ( la familia Bernal fue beneficiada por el porfirismo), este lazo conyugal es un punto clave para el futuro enriquecimiento de Artemio Cruz, sin olvidar que toda la historia sucede en Puebla, y en este universo temático Carlos Fuentes aprovecha el argumento para denunciar la corrupción gubernamental, pero al mismo tiempo realiza un detallado análisis de males, patrones culturales e idiosincrasia, que están muy arraigados en la sociedad mexicana y que forman parte  esencial de la pudrición gubernamental, social, familiar, institucional, etc. El ejemplo es la cultura de “la chingada”, porque el término va más allá de una expresión coloquial. La palabra “chingar” representa una conducta arraigada, una forma de vida; se piensa, siente y afirma que el que “chinga” es un chingón, yo agregaría, por eso vivimos de la chingada, y aunque Octavio Paz en “El laberinto de la Soledad” ya había abordado este tema en el género de ensayo, Carlos Fuentes en la versión novela describe el tema con las siguientes palabras:

Santo y seña de México: tu palabra: -Chingue a su madre –Hijo de la chingada –Aquí estamos los meros chingones –Déjate de chingaderas –Ahorita me lo chingo –No te dejes chingar –Me chingué a esa vieja –Le chingué mil pesos –Me chingó el jefe –Vamos todos a la chingada –Se los llevó la chingada…” Aquí sólo hice una pequeña selección de varias páginas donde aborda este tema, y con la libertad de crítica, creación y análisis, añadiré la frase: “Se las metimos doblada”, sí, porque a los que pensamos diferente nos la meten doblada. Luego entonces, seguimos viviendo de la chingada, y a este respecto Carlos Fuentes enfatiza: “Nuestra palabra. Tú y yo, miembros de esa masonería: la orden de la chingada. Eres quien eres porque supiste chingar y no te dejaste chingar; eres quien eres porque no supiste chingar y te dejaste chingar: cadena de la chingada que nos aprisiona a todos: eslabón arriba, eslabón abajo, unidos a todos los hijos de la chingada que nos precedieron y nos seguirán: heredarás la chingada, eres hijo de los hijos de la chingada:”

Concluyo con mi propio apartado: “2022:21 de junio”: Somos hijos de la chingada, es nuestra cultura heredada, ¿qué no todos somos así? Por supuesto que no, pero las mayorías disfrutan que a las minorías se las “metan doblada”, aunque las mayorías vivan de la chingada… ¿Qué país es este, Agripina? “La región más transparente”, gobernada por los hijos redivivos de Artemio Cruz.

 

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