«El tratado vigente, el T-MEC, fue ratificado ya en este sexenio y es ley. Ante esto, el gobierno mexicano tiene dos opciones: una es buscar un arreglo que les permita a todas la salvar la cara, como ocurrió con los gasoductos en 2019. La otra consistiría en la opción nuclear: salir del tratado. Pero romper con el T-MEC hoy, con la multiplicidad y profundidad de las interconexiones existentes -el motor de la economía- sería suicida.. En lugar de desatar el equivalente de una bomba atómica, el presidente debería salvar este diferendo para afianzar el camino para el crecimiento y el desarrollo del país» (tan afectado por la pandemia y la guerra Rusia-Ucrania). Es parte de lo que escribe el siempre lucido Luis Rubio en «Reforma».