Capitán de mar y guerra.
Marco Aurelio González Gama.

«Puedo soportar con facilidad el frío, la soledad, el hambre y el dolor de muelas, pero no puedo soportar el ruido, el calor, las interrupciones ni al prójimo».

Patricia Highsmith (escritora estadounidense de novelas de suspenso)

Ustedes me van a perdonar por hablar nuevamente en primera persona. Estoy atravesando por un momento ontológico en donde hasta el aire que respiro es molesto. Paso sin ver a todo lo que tenga que ver con Televisa y sus estrellas. Nada de Mascabrothers, Burros Van Rankin, Raúles Araiza o Galileas Montijo y de ahí lo que ustedes digan y manden, ¡ah!, y ya alucino a los Caliente y a los Codere. Estoy pasando por un momento de «ni me toques». Seguramente son las secuelas de la pandemia. En fin, a otra cosa, mariposa. Como antídoto me he refugiado en viejas lecturas y en películas de la década pasada, y ¡hasta de la antepasada!. Me voy a remontar en esta ocasión al año 2003, que fue cuando se estrenó la mejor película sobre galeones antiguos de guerra que se ha filmado a la fecha —al menos para este escribiente—. Es una película bélica épicamente brillante. Ni más, ni menos. En los años que tengo de cinefilia no recuerdo haber visto otra igual, ni antes ni después. Con un reparto encabezado por Russell Crowe (Master and Commander: The Far Side of the World, Peter Weir, 2003), con una actuación para mi gusto superior al personaje de la multi laureada «El Gladiador» (Gladiator, Ridley Scott, 2000). En ésta personifica al capitán de una fragata inglesa, la Surprise, que navega en el siglo XXI a lo largo y ancho de los océanos Atlántico y Pacífico, eludiendo el interminable acoso del corso francés Acherón. Es una aventura marítima con toda la barba, que transmite y contagia el ambiente de la navegación en los océanos como se hacía antiguamente, a vela, aprovechando el impulso del viento (barlovento y sotavento) y orientándose con el sol y las estrellas. No quiero entrar en una descripción detallada del tema de la película, solo diré que la ambientación, la recreación del navío, el rol de los marineros y oficiales, la forma de vestir y de comportarse están muy apegados a la realidad histórica: suciedad, hacinamiento, estoicismo y disciplina dentro de una atmósfera brutal y sofocante al interior del galeón, y la posibilidad de la muerte en cualquier momento como fiel acompañante están presentes en la historia. Si ya la vieron hay que verla de nuevo, si no la han visto, búsquenla, no se van a arrepentir de su elección. Además, cuenta con una magnífica banda sonora que enmarca de manera magistral a la cinta.