«Don Adolfo mandó a llamar a su homónimo, que era el secretario del Trabajo a su despacho presidencial, y sin permitirle sentarse, le sentenció: «Le mandé llamar para informarle que usted jamás podrá ser elegido para sucederme, muchas gracias y que le vaya bien, regrésese con toda esa gente que lo acompañó». Cuatro días después, lo mandó a llamar nuevamente, le invitó a sentarse, sacando dos copas y una botella de mezcal, diciéndole: «Quiero brindar con el próximo presidente de México». ¿Alguna pregunta. -«Sí señor, hace unos día me llamó para decirme lo contrario… porqué razón?». -«¿cuánta gente lo acompaño el otro día?, le preguntó Ruiz Cortines? «¿y cuántos vinieron hoy». -López Mateos respondió: «Trescientos hace cuatro días y 4 hoy»- «Confíe en esos cuatro y a los otros mándelos al chingarro». lo escribe Gustavo Avila, que se lo contó Juan Pablo Ocegueda. Foto de Mediateca.