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E-Consulta Veracruz

Por Ángel Cortés Romero.

Albertina sobrevive de las propinas que gana como empacadora en un supermercado de Boca del Río, Veracruz. Esta es su historia:
“Cuando comencé me daba pena, pero a uno se le quita, por la necesidad, porque falleció mi hijo, el que me sostenía, y también mi esposo a los 11 meses”, dice Albertina Alemán Ortega. Son los últimos días antes de la próxima quincena, por lo que hay pocos clientes en el supermercado donde trabaja como “cerillita” en Boca del Río.

Las propinas de la empacadora no son las mismas desde que el supermercado dejó de darle bolsas a sus clientes debido a que en 2018 el Congreso de Veracruz aprobó una reforma para la reducción del uso de plásticos. Las cosas empeoraron con la pandemia de la covid-19.

Viuda desde hace seis años y con cuatro hijos fallecidos, Albertina sobrevive de las propinas que gana como empacadora en un supermercado ubicado cerca la zona universitaria y comercial de Boca del Río. A cuestas, tiene la responsabilidad de su nieto, quien próximamente cumplirá la mayoría de edad.

Regordeta, de cabellos blancos a sus 72 años y una estatura aproximada de 1.55 metros, permanece parada al pie de la caja 12 del supermercado. Viste una camisa blanca tipo escolar, un pantalón negro y un mandil rojo, como el resto de sus compañeros. A veces la confunden con su hermana Guadalupe, la “cerillita” de la caja 14.

Ahí trabaja de pie dos horas diarias toda la semana, de lunes a domingo de siete a nueve de la noche, a excepción de los jueves. Del supermercado, que pertenece a una cadena nacional que mantiene un convenio con el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) para que las personas de la tercera edad sean empacadoras, no recibe ingresos.

“De aquí uno se lleva 200 pesos en días buenos, pero en días malos, como ahorita, cuando ya está baja la quincena, se lleva uno 70 o 90 pesos”, señala.
Las propinas que gana le alcanzan para poco. Para ayudarse, vende picadas por las mañanas en su domicilio, ubicado en la colonia Nueva Era, en Boca del Río. Además, cada dos meses recibe tres mil 800 pesos de la Pensión del Bienestar que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador entrega a los adultos mayores del país.

De acuerdo con el Informe de Pobreza Laboral 2022, elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), el 51.9 por ciento de los veracruzanos enfrenta condiciones de pobreza laboral.

Lo anterior significa que más de cuatro millones de veracruzanos tienen un ingreso laboral por debajo del valor de la canasta alimentaria que, en julio de 2022 tenía un costo mensual de mil 566 pesos 95 centavos. Albertina es una de ellos. Va al día pese a sus ingresos como “cerillita” y vendedora de picadas.

El pago de la Pensión del Bienestar es un alivio, pero sólo eso. En casa lo más difícil es tener para la comida, pues tanto las propinas en el supermercado como la venta de picadas son más bajas de lo que espera. A veces come lo mismo que vende, otras “aunque sea frijolitos”.

A sus 72 años, Albertina asegura sentirse cansada. Es hipertensa, por lo que espera que su nieto cumpla la mayoría de edad para que trabaje como guardia de seguridad, el último trabajo de su padre Carlos Antonio, quien falleció en febrero de 2022.

El joven abandonó sus estudios de preparatoria cuando terminó el primer semestre debido a la muerte de su padre, quien sufría cirrosis.

“Tengo esperanza de que trabaje para que se labre su camino, porque ya me siento cansada”, externa la empacadora.
Empacadora por necesidad

Empujada por las dificultades económicas que derivaron de la muerte de su tercer hijo y su esposo Julio Castillo de Luna, Albertina se convirtió en empacadora hace seis años. Llegó al supermercado recomendada por otra “cerillita”.

Hasta hace siete años vivía junto con su familia en el municipio de Papantla, en el norte del estado. Ahí apoyaba a su esposo Julio en un taller de tapicería y recibía ayuda económica de su hijo Julio César, quien falleció en 2015 a causa de tres infartos que sufrió por complicaciones de la diabetes e hipertensión que padecía.

Ese mismo año regresó con su esposo a su natal Boca del Río, municipio que dejó desde que tenía 15 años. Albertina y Julio ya habían sufrido anteriormente los fallecimientos de sus hijas Lupita, quien nació muerta hace 52 años, y de Araceli, quien murió en 2022 a los 32 años.

Julio, quien padecía problemas relacionados con la presión, no pudo soportar la muerte de su tercer hijo, por lo que enfermó y falleció a los 11 meses. Albertina se quedó prácticamente sola, ya con el último de sus hijos, Carlos Antonio, y su nieto. Entonces, se volvió “cerillita”.

“De aquí salió, en aquel entonces la gente venía y te dejaba propina, porque se daban bolsas”, recuerda la mujer.
En junio de 2018, el Congreso de Veracruz aprobó una reforma a la Ley de Prevención y Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos y de Manejo Especial, para que se redujera el uso de bolsas de plástico y similares en supermercados y tiendas locales.

A partir de entonces, supermercados como Soriana, Wal-Mart y Bodega Aurrera se comprometieron a dejar de entregar bolsas de plásticos a sus clientes, con el objetivo de disminuir su impacto ambiental antes de 2022, sin embargo, en el empleo de Albertina la promesa se cumplió antes del inicio de la pandemia de la covid-19.

“Los clientes han dejado de venir a comprar por las bolsas. En Chedraui te dan bolsas y aquí no. En Soriana de mercados sí dan bolsas, en el Floresta también, aquí no, porque estamos cerca de las playas”, menciona.
Los principales supermercados de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río ya no entregaban bolsas de plástico para antes de marzo de 2020, por lo que los ingresos de Albertina y los empacadores cayeron por debajo del 50 por ciento, según la mujer.

A las complicaciones se sumaron las restricciones que la Secretaría de Salud federal impuso a los supermercados, entre ellas, que los adultos mayores se retiraran a sus casas durante la fase crítica de la pandemia debido a que su edad los convertía en un sector vulnerable ante la dispersión de la covid.

En ese entonces, la adulta mayor se sostuvo con la Pensión del Bienestar y la venta de picadas en la colonia Nueva Era de Boca del Río. El regreso a las tiendas se dio de manera paulatina a partir de julio de 2021.

Para su regreso, debió contar con el esquema de vacunación contra la covid-19. Dentro de la tienda usa cubrebocas en todo momento y desinfecta sus manos de manera constante con gel antibacterial, pese a que desde hace meses el módulo de desinfección que se encontraba a la entrada del supermercado fue retirado.

Carlos Antonio, el último hijo que le sobrevivía a Albertina, murió en febrero de 2022 a causa de cirrosis. A partir de entonces, la empacadora también se hace cargo de su nieto. El dolor por la muerte de su esposo y sus cuatro hijos hace que la vida le sea menos fácil.

En el supermercado la historia es la misma. Cuando las propinas no alcanzan, se va a casas para lavar ropa y trastes. Algunos clientes sólo recogen sus cosas sin siquiera mirarlos.

“Hay personas que nos dicen que para que estamos de cerillos si no empacamos, pero pues ni modo, se queda uno callado”, concluye.
ch