Otra vez tres
Nuevamente se cumplió la casual fatalidad. El 11, 13 y 14 del mes que corre murieron tres celebridades mundiales,  respectivamente, el escritor español, novelista y articulista del periódico El País, Javier Marías Franco (Madrid, España, 20 de septiembre de 1951), el director de cine franco suizo Jean Luc Godard (París, Francia, 3 de diciembre de 1930) y la actriz griega Irene Papas (Irene Lelekou, Corintia, Peloponeso, Grecia, 3 de septiembre de 1926). Del primero, probablemente el escritor más renombrado de los últimos años en la península ibérica, a pesar de tener 16 novelas escritas, confieso que no he leído una sola, apenas unas reseñas y artículos periodísticos, no obstante lo he seguido de manera regular a través de sus publicaciones como articulista de cabecera del periódico madrileño. Me apena la confesión, pero bueno, en la vida hay prioridades hasta literarias. Sus libros se han publicado en varios países y en diferentes idiomas y sus lectores se cuentan por miles, no en balde se le ha candidateado al Nobel de Literatura. Muy amigo de otro conocido escritor español, Arturo Pérez-Reverte, como el autor de novelas clásicas como El capitán Alatriste, el también traductor, ensayista y miembro de la Real Academia de la Lengua Española fue un consumado aficionado al fútbol y al séptimo arte (como el escribiente, seguidor de la saga cinematográfica de James Bond, al igual que yo, decía que había muchos Bond, pero el único se llamaba Sean Connery). Marías no estuvo exento de controversias. Las tuvo con el feminismo y con el movimiento #MeToo. En una columna en El País (11/02/18), abrió un frente casi irreparable e innecesario con las mujeres afirmar: «Ahora el movimiento MeToo y otros han establecido dos pseudoverdades: a) que las mujeres son siempre víctimas; b) que las mujeres nunca mienten”. Pufff. Respecto a Godard qué les puedo decir de este singular cineasta francés. Fue uno de los padres de la nueva ola (Nouvelle Vague) francesa junto con Francois Truffaut, al que recuerdo por una película en particular, ‘La chica de al lado’ y por su breve pero importante participación en la clásica de Steven Spielberg, ‘Encuentros Cercanos del Tercer Tipo’. Fue un cineasta de culto, un tanto alambicado; para unos, fue un genio incomprendido, para otros, un cineasta introvertido al punto del hermetismo. En realidad el que esto escribe tiene poco que presumir de Godard. A diferencia de otros directores europeos, italianos por ejemplo, su cine no llego a mi pueblo en mi juventud, era más de salas de arte. Y en Córdoba no había salas de ese tipo. A críticos reconocidos como Carlos Boyero de El País también, su cine le provoca «un infinito tedio, irritación e incomprensión», en su columna del diario cita a un tuitero a propósito de la muerte de Godard: «día duro para las personas más insoportables que conoces». Así las cosas con este franco suizo de 93 años que, tuvo el coraje para decretar el día de su muerte asistida que como sabemos es una práctica legal. No tenía ninguna enfermedad en particular, simplemente se había cansado de vivir. Por último me voy a referir a Irene Papas. Fue junto con Melina Mercouri más notable del siglo pasado. En particular la recuerdo por dos grandes cintas, en las que compartió papeles estelares con el gran actor mexicano Anthony Quinn: ‘Zorba el griego’ (1964) y ‘Los Cañones de Navarone’ (1961). Irene fue una actriz de recia presencia y personalidad. De rasgos muy particulares, arabescos, grandes cejas y ojos negros. Agregaría al binomio de celebridades griegas antes mencionado, a la cantante de ópera María Callas. Siempre, cualquier tipo de ausencia, por irrelevante o notable que sea, nos deja un profundo vacío a veces difícil de llenar.