Los puentes de Buenos Aires y Alvarado

Ya para terminar con el tema de Alvarado que he abordado en dos anteriores entregas, les voy a contar la siguiente historia que me compartieron. Un amigo muy cercano a mis querencias y afectos personales, navegante en su juventud de muchos mares como marino mercante, no sé si de los Siete Mares pero si de algunos de los océanos más remotos de este globo terráqueo nuestro, un día me platicó en una tertulia citadina de café que una vez le tocó arribar en barco al puerto de Buenos Aires de la meridional Argentina. Comentaba mi amigo aquella vez, que su arribo al mencionado puerto se dio en una noche calurosa del verano argentino, en el mes de diciembre que para nosotros corresponde al invierno, total, que al aproximarse a la desembocadura del río Matanza, que es uno de los muchos afluentes del rico sistema hidrológico que desemboca en el Río de la Plata, hay ahí un puente, el «Nicolás Avellaneda», que por su diseño constructivo, recordaba mi amigo, le trajo a la memoria al histórico y no menos importante puente del Puerto de Alvarado. «¡Son como puentes gemelos!», recordaba con la alegría reflejada en el rostro. ¡Caray, qué cosas!, al escuchar su magnífico relato es cuando uno dice qué chiquito es el mundo. Ese detalle tal vez no lo sepan las actuales autoridades del municipio veracruzano, pero por si llegasen a leer esta nota, quizá convendría un acercamiento con las autoridades de aquellos lares del sur americano para promover un hermanamiento entre ambas municipalidades, o qué sé yo, cómo dicen los argentinos. Entre paréntesis leía que Alvarado —que es el lugar en donde mejor se parla el español hablado— esta hermanado con la población de Chipiona, en España. Ignoro bajo qué circunstancias se dio ese hermanamiento, lo único que sé es que el mayor merito del mencionado municipio andaluz es que fue cuna de la cantante Rocío Jurado. En caso de que sigan mi recomendación en Alvarado, aquí si hay una razón muy visible.

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