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Excélsior Digital

Por más de cuatro generaciones, la familia Macías vende este tradicional caramelo, que aparte de sabroso, tiene un significado muy especial

JC PONCE/ABC.
El producto estrella, la tradicional «Chilindrina», una paleta de caramelo circular, se puede encontrar en cualquier temporada del año. Foto: ABC/Especial

Una tradición familiar por más de cuatro generaciones es la que se mantiene viva gracias a don Andrés Macías Merla, quien por su padre heredó la receta del tradicional bastón de caramelo, del cual se disfruta mucho su sabor, pero poco se sabe de su origen e historia.

Desde hace más de 40 años la familia continúa con la tradición, el principio se remonta en un hombre de origen japonés que comenzó a vender bastones de caramelos en la plaza Díaz Mirón, mejor conocida como el Santuario de la Basílica de Guadalupe, en la colonia Independencia, de Monterrey, Nuevo León.

«De ahí venimos nosotros, ese señor se llama don Felipe Montacara, era de origen japonés y ya de ahí sus hijos y mi papá comenzamos, y ya han salido muchas personas que se dedican a esto», señaló.

El producto estrella es la tradicional «Chilindrina» la paleta de caramelo circular, pues se venden en cualquier temporada del año, en tanto, los bastones son de época navideña.

La historia de este, religiosamente indica que el color blanco representa la pureza de Jesús, la banda roja simboliza la sangre derramada por Cristo ante los pecados del mundo, las tres bandas rojas, representan la santísima trinidad y la forma, asemeja un bastón de pastor, que invertido es una letra jota de Jesús.

Después de dos años de haber suspendido sus producciones por la pandemia del covid-19 la familia Macías aseguró que muchos productos «pasaron de moda», pues cuenta con moldes de distintas figuras para realizar lo que el cliente pida.

 

«Hacemos cualquier forma, pero eso pasó de moda, ahora con la pandemia dejó de existir, había muchas personas que venían porque tenían eventos y hacían mesas de dulces, se acabaron los eventos y se acabó ese tipo de clientela», dijo.

En este negocio familiar, trabajan alrededor de 4 personas, padre, hijo y nieto, que esperan continuar con la tradición para seguir llevando color y sabor a muchas familias regiomontanas.

La colonia independencia ha sido blanco de la inseguridad por muchos años; sin embargo, es precisamente en la calle Veracruz que se le da el color y no precisamente por los grafitis, sino por los dulces de caramelos.

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jcp