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E-Consulta Veracruz

Desde hace 18 años, Tere se coloca en el zócalo de Veracruz con una canasta de tacos de guisado en donde pone sus esperanzas

Una banca de metal funciona como la mesa en la que, desde hace 18 años, Teresa Torres Durán coloca una canasta de mimbre que mantiene calientes los 10 guisados que vende en tacos en el zócalo de Veracruz, en el corredor que se ubica entre Los Portales y el palacio municipal, a pocos metros de la avenida Zaragoza, en el centro de la ciudad.

 

Tere, de 60 años, atiende a sus clientes ataviada con un mandil, una gorra con la que se cubre del sol y un cubrebocas con el que todavía, como pocos jarochos que circulan por el Centro Histórico de Veracruz, se protege de la covid-19, la enfermedad que hace ocho meses le arrebató a su esposo y redujo sus ventas al 50 por ciento.

“Al principio me iba muy bien, pero a partir de la enfermedad del covid bajó mucho la venta, pero ahí vamos”, asegura Tere, como la conocen en los alrededores del zócalo de la ciudad.

La hace compañía su hija Yaricel, de 15 años, quien estudia la secundaria los sábados para ayudar a su mamá el resto de la semana. Juntas atienden el puesto de tacos de guisado. Sus clientes aún prefieren la sazón de Tere pese a que en los últimos años aumentó el número de vendedores de tacos de guisado en los alrededores del zócalo de Veracruz.

 

El negocio de tacos de guisado le permite a Teresa tener la libertad para trabajar los días y horas que desee sin que dependa de un jefe. Aunque reconoce que su trabajo no le da la oportunidad de tener lujos, la comerciante asegura que tiene una vida tranquila junto con su hija, con quien vive sola desde hace ocho meses, cuando su esposo, quien se dedicaba a la albañilería, murió por covid-19.

Teresa es parte de los dos millones 151 mil veracruzanos que, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se encontraban en la informalidad laboral en el tercer trimestre de 2022, es decir, que tienen un trabajo remunerado, pero que no está regulado o protegido por marcos legales.

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La informalidad laboral provoca que la mujer carezca, por ejemplo, de seguridad social, por lo que cuando ella o su hija se enferman deben asistir con un médico particular. “¿Te digo algo? No me enfermo. Si acaso una calentura o una gripa, pero no me he enfermado”, dice.

La rutina de Tere y su hija

El día comienza a la 1:30 de la mañana para Teresa Torres Durán y su hija Yariceli. A esa hora ambas preparan los 10 guisados que llevarán horas más tarde al zócalo de Veracruz. La cocina de la adulta mayor se convierte en una mezcla de olores y sabores: chicharrón, carnitas, milanesa, bistec, barbacoa, adobo, picadillo, longaniza, asadura y mondongo.

Además de los guisados para los tacos que vende desde muy temprano a empleados del departamento de Limpia Pública del ayuntamiento de Veracruz, trabajadores de comercios del Centro Histórico y a quienes circulan por la zona, Tere y Yariceli también preparan aguas frescas y atoles para que sus clientes acompañen la comida.

 

Las dos mujeres, madre e hija, parten desde las 5:00 de la mañana del fraccionamiento Villa Rica, ubicado en la zona norte del puerto de Veracruz, hacia el zócalo de la ciudad. Ahí se instalan sobre una banca metálica con una canasta de mimbre, toppers y morrales en los que llevan los guisados, las salsas y bebidas. Por el espacio, Teresa paga 350 pesos mensuales al ayuntamiento de Veracruz.

Tere empezó caminando por el centro de Veracruz

“Cuando vas a un trabajo y te pagan una miseria, te das cuenta que no tiene caso matarte por 40 o 50 pesos. No te alcanza”, afirma Teresa, quien hace 22 años dejó su empleo como limpiadora de casas para poner su negocio de tacos de guisado. Su decisión la tomó debido a que quería ganar más dinero y ser su propia jefa.

La adulta mayor, quien entonces tenía 38 años, comenzó su negocio de tacos en la esquina de las calles Mariano Arista y Comodoro Manuel Azueta, frente al malecón de Veracruz, en donde también había vendedores de artesanías y otros productos que el pasado 5 de octubre fueron desalojados por elementos de la Marina y personal de la dirección de Comercio de la administración de la alcaldesa panista Patricia Lobeira Rodríguez.

“Comencé caminando en esta zona, en el malecón; caminaba yo con mis morrales vendiendo y gracias a Dios se vendía; me empecé a poner en Arista y en el malecón, donde estaban todos los tendidos; cuando no acababa me venía yo caminando a entregar, ofreciendo”, relata.

Fue hasta hace 18 años que Teresa obtuvo su espacio en el zócalo de Veracruz gracias al permiso que le otorgó la administración del priista Ramón Gutiérrez de Velasco, quien fue presidente municipal del puerto de Veracruz de 2002 a 2004. Su negocio de tacos de guisado le permitió darles estudios a sus cuatro hijos – tres mujeres y un hombre – y construir su casa en el fraccionamiento Villa Rica.

ys