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El Economista

ARTE E IDEAS.
(Shutterstock)..
Por Francisco José Torcal Milla / The Conversation

Después de haber existido durante un siglo, las cabinas telefónicas desaparecen. Con el avance tecnológico y el uso masivo de teléfonos celulares, ya no son necesarias.

Las cabinas telefónicas han desaparecido tras más de un siglo de existencia. Ya no son un servicio universal y esencial según la ley española y, pueblo ha pueblo, han sido desmanteladas. Su retirada representa el adiós a una tecnología que marcó una época.

Antonio Mercero convirtió una cabina telefónica en el escenario más pequeño de la historia del cine para una película de terror. La cabina recibió un Emmy al mejor programa de ficción en el año 73 y fue un símbolo velado de la asfixiante realidad de la España del franquismo. Las cabinas y el teléfono fijo han protagonizado ficciones a lo largo y ancho del planeta, y han formado parte de la vida cotidiana de cada ser humano.

Entre los años 2000 y 2020 se dieron de baja un total de 750 000 líneas de teléfono fijo en España mientras que cada día se daban de alta 800 líneas de teléfono móvil. Su fin merece un repaso a su historia.

Un comienzo de película de gánsteres
En 2022 se cumplieron cien años de la muerte de Alexander Graham Bell, inventor del teléfono, la tecnología que le hizo rico.

Graham Bell tuvo que hacer frente a toda una serie de litigios y acusaciones respecto a la invención del teléfono por parte del inventor italiano Antonio Meucci. Aunque inicialmente la invención fue adjudicada a Alexander Graham Bell, que la mantuvo durante más de un siglo, esta finalmente fue otorgada a Antonio Meucci, que en 1854 había fabricado un primer prototipo de teléfono, al que acuñó como teletrófono, y que conectaba su dormitorio, donde su esposa permanecía convaleciente, y su oficina, situada en su mismo domicilio.

Lo que sí hizo Graham Bell fue registrar la patente de invención del teléfono en 1876, tras apropiarse de una copia de los planos del teléfono original de Meucci, de una forma presuntamente poco noble. En dicha patente no se describía el teléfono, sino que únicamente se mencionaba.

Bell comenzó a forjar un imperio que llegaría hasta nuestros días basado en aquella patente. El litigio entre ambos fue tan farragoso que la empresa fundada por Graham Bell, Bell Telephone Company, llegó a sobornar al abogado de Meucci, falleciendo este sin la gloria de la invención.

No fue hasta 2002 cuando el Boletín Oficial de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos reconoció que fue Antonio Meucci quien inventó el teléfono en lugar de Alexander Graham Bell. Una victoria tardía pero justa.

 

¿Con quién le pongo? Los inicios de la telefonía
El teléfono en su idea original, tal y como lo inventó Meucci, conectaba dos intercomunicadores sin posibilidad de cambiar de interlocutores.

Todos tenemos en mente, de haber visto en multitud de películas, a las telefonistas, típicamente mujeres, que se encargaban de conectar los cables de la centralita en la posición correcta que permitiera comunicarse a dos personas concretas, situadas a ambos lados de la línea. El número de líneas estaba limitado y eran las telefonistas las encargadas de priorizar unas llamadas y postergar otras. Pasaron unos años de la invención del teléfono hasta que se fundó en España la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) en 1924.

La primera llamada telefónica en territorio español se realizó mucho antes, en 1877, en Cuba, que por aquel entonces todavía era territorio español, y se realizó entre un parque de bomberos y el domicilio del jefe de bomberos del mismo.

 

Si nos ceñimos al uso particular del teléfono, la primera línea telefónica particular de España perteneció al terrateniente Rodrigo Sánchez Arjona, que en 1880 adquirió un par de teléfonos de la compañía de Bell y los instaló en sus dominios de Fregenal de la Sierra (Badajoz), comunicando dos edificios de su propiedad separados por 8 km.

Del cable a las ondas
Bill Gates, el magnate de Microsoft, ya vaticinó en 2007 que el teléfono fijo tal y como lo conocíamos tenía los días contados. Y no estaba equivocado. Un teléfono es un transductor electro-acústico, es decir, transforma el sonido en energía eléctrica y viceversa. La manera en la cual viaja la señal del emisor al receptor difiere según el tipo de telefonía.

En el teléfono fijo, la señal viaja por cables eléctricos y en el teléfono móvil viaja a través del aire en forma de ondas electromagnéticas. De hecho, somos atravesados constantemente por multitud de ondas electromagnéticas que somos incapaces de ver. No obstante, la comunicación inalámbrica de larga distancia al alcance de los ciudadanos de a pie tardó casi un siglo en aparecer tras la invención del teléfono. La primera llamada sin cables fue hecha en 1973 por Martin Cooper, ingeniero de la empresa Motorola, en la ciudad de Nueva York.

 

Si Meucci y Bell levantaran la cabeza
50 años han transcurrido de aquella primera llamada sin cables realizada con un Motorola DynaTAC 8000X, del tamaño de un zapato y un peso de casi un kilogramo. Hoy en día, el teléfono móvil ha sustituido y aunado a un gran número de instrumentos y aplicaciones tales como cámara fotográfica, cámara de vídeo, GPS, radio, reproductor de vídeo y música, despertador, brújula, máquina de videojuegos, etc. Es posible realizar vídeo-llamadas en tan solo un momento y conectarse con alguien que se encuentra en la cara opuesta del planeta, enviar ficheros y mensajes de forma casi instantánea y acceder a cualquier información desde casi cualquier lugar del globo mediante internet.

No sabemos que nos deparará el futuro de la tecnología, pero lo que es casi seguro es que el teléfono fijo no volverá a nuestras vidas, aunque persista en la memoria de muchos de nosotros y nos evoque tantos y bonitos recuerdos. The Conversation

Francisco José Torcal Milla, Profesor Titular. Departamento de Física Aplicada. Centro: EINA. Instituto: I3A, Universidad de Zaragoza

 

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.