¿Cuánto ahorras?
Por Agustín Basilio de la Vega
Frecuentemente escuchamos que la vida está tan cara que es imposible ahorrar o que “no me alcanza para guardar”. En México, los salarios son generalmente bajos y con la inflación (aumento generalizado de los precios) se cuenta con los pretextos ideales para evitar el buen hábito del ahorro.
¿Es posible cuidar el dinero a pesar de las duras condiciones económicas?
La experiencia de la humanidad nos enseña que sí. Recuerdo que, desde niños, con la fábula de La Cigale et la Fourmi, escrita en el siglo XVII por el filósofo y escritor Jean de la Fontaine, nuestros padres y familiares nos daban lecciones útiles para la vida.
La fábula inicia así: “Cantó la cigarra durante todo el verano, retozó y descansó, y se ufanó de su arte, y al llegar el invierno se encontró sin nada, ni una mosca… ni un gusano…”, La Fontaine, con pocas y sencillas palabras explica que, al llegar el invierno, la cigarra le pidió prestado a la trabajadora y ahorrativa hormiga para pasar los días difíciles, pero esta le negó la ayuda y le echó en cara a la cigarra que no había trabajado ni ahorrado durante los buenos tiempos. Podría parecer cruel la despedida de la hormiga: “¡Pues entonces danzad ahora, amiga mía!” para remarcar que nadie debe convertirse en “carga para otros” y que se deben asumir las consecuencias de no prepararse para cuando no se pueda trabajar ni ganar dinero.
El hábito del ahorro se tiene que cultivar siempre y en especial cuando se viven buenos tiempos. Debe ser uno de los primeros apartados de todo presupuesto, es decir, no fijarlo como una cantidad que “sobra” después de considerar los principales gastos como comida, vestido, salud, etcétera.
A alguien le escuché que primero hay que pagarse a sí mismo, por lo que se debe establecer en el presupuesto personal y familiar una meta de ahorro. Este se puede hacer mediante la compra de una vivienda, terreno, vehículo, negocio u otro tipo de bienes o en cuentas para el retiro, inversiones, depósitos a plazo, entre otros.
En algunos países, el promedio de los hogares llega a ahorrar entre el 14 y 24 % (España e Irlanda, respectivamente) de sus ingresos. En nuestro país, cada persona y familia debe fijarse, de acuerdo con sus ingresos y metas, el monto y forma de ahorro. Conviene que este sea diversificado (varios instrumentos de ahorro e inversión) y retador.
Si no nos esforzamos como la hormiga en los tiempos buenos, y gastamos “sin ton ni son” hasta cambiar nuestra forma de vida sin considerar que vendrán tiempos de desempleo o de dificultades, la realidad será muy dura cuando ya no podamos trabajar.
Hay un refrán popular que dice “cuesta más cuidar que ganar”, o sea, es más común y agradable gastar y disfrutar que ahorrar y ser previsores. ¡Cuidado con ello!
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Agustín Basilio de la Vega
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