La Locomotora es la fábrica de chocolate más antigua de Xalapa y la región.
Jorge Díaz. Xalapa Antiguo.
“El chocolate se constituyó desde un principio como una bebida doméstica, que se preparaba varias veces durante el día. En las familias de escasos recursos, el chocolate se tomaba una o dos veces al día, especialmente en el desayuno y después de la comida, fungiendo así como estimulante y digestivo. En las grandes casonas de la Ciudad de México, se podían dar el lujo de tomarse cuatro o cinco jícaras de chocolate al día: en el desayuno, en el almuerzo, después de la comida, a media tarde y en ocasiones en la noche. Existían, además, otras oportunidades para tomar chocolate en casa como, por ejemplo, cuando se hacía alguna tertulia o se recibían visitas. En estos casos, el chocolate iba acompañado de pan dulce y pastillas pequeñas de azúcar con figuras moldeadas en su parte superior. Fuera del ámbito doméstico, el chocolate se podía preparar en los pequeños talleres que con toda seguridad se comenzaron a establecer en  principales ciudades novohispanas a principios del Siglo XVII, a juzgar por el intenso comercio de chocolate preparado y en pastillas que había en las calles de México por esas fechas. Desafortunadamente, poca información hay sobre estos talleres y comercios al menudeo”*
“La Locomotora es, sin lugar a dudas, una de las más antiguas fábricas de chocolate en nuestro país, pues se inició en 1860 por un emprendedor comerciante español, quien la instaló en la calle Covarrubias (hoy Xalapeños Ilustres), contaba con una posada donde daba albergue y alimentos a los viajeros que iban a o llegaban de la ciudad de México. Obviamente, el clima húmedo y frío de Xalapa en la mayor parte de aquellos tiempos ameritaba en el desayuno o la merienda una bebida reconfortante, como una taza de chocolate o de café con leche y pan. Posteriormente, don Manuel Lazo, también de ascendencia española y abuelo de la actual generación de la familia Lazo Villegas que administra esta fábrica, compró el establecimiento y siguió elaborando chocolate en el mismo sitio. Posteriormente, uno de sus hijos decidió ampliar y modernizar la fábrica, estableciéndose, en la década de los cuarenta, en un predio donde hoy hacen esquina las calles Dr. Lucio y Poeta José de Jesús Díaz”.¹
Por el ruido que hacía y porque las materias primas llegaban en ferrocarril, la gente del rumbo empezó a llamarla “La Locomotora” y los propietarios decidieron registrarla con ese nombre. Más allá de cualquier anécdota citadina, el chocolate es popularmente una bebida reconfortante y un alimento capaz de vigorizar la alegría espiritual.
*Adrián Durán Ávila
¹Teresa Lazo Villegas+
Con información de Lorenzo Franco Aranda