El evangelio según San Magno
Juan Noel Armenta López
A la calle no se sale, se entra. Tal afirmación de los hermanos Benjamín y Magno Garcimarrero en uno de sus arietes denota la riqueza que el hombre encuentra en la calle, la nobleza de la calle en donde se encuentra todo, vamos, hasta la felicidad se encuentra en ese lugar. Y fue así que en días pasados tuve el honor de encontrarme en la calle a Magno y me obsequiara su último libro “Revelaciones de Judas Tomás”. Y, además, por el mismo precio, todavía me lo autografiara, lo cual para mi representó una distinción. Siempre he dicho que los hermanos Garcimarrero son uno de los orgullos de Xalapa y sus alrededores. Ellos representan el fino sentido humorístico que no a cualquiera se le da. Sin embargo, al leer la obra mencionada, además del tono picaresco, me encontré con una verdadera investigación antropológica cuyas fuentes son dignas de toda credibilidad, sin más, ni más. El tratamiento del tema es sumamente respetuoso para toda religión, abordado con ética, y con profundo conocimiento de lo que se habla. El tema toral es la presencia, posible, de Tomás, Judas, o Dídimo, en la preamérica de aquellos años. Si, el posible gemelo de Jesús, el redentor, en estas tierras, y que habría de hacer brillar la astronomía, la arquitectura y, a la propia filosofía, con un misticismo sin paralelo. El tema lo vale por sí mismo en estos momentos en que la humanidad lo quiere saber todo y duda de todo. Las revelaciones que Magno da en el lienzo de su escritura para muchos serían parte de los evangelios apócrifos, para otros lectores sería simplemente verdadero evangelio. Magno no afirma ni niega, solo expone, narra, comunica y cada quien, al leer, formará su criterio sin que mengüe su credibilidad. Sin duda el libro de Magno tiene un gran contenido que merece leerse. ¿Quiere usted el libro de Magno más barato?, cómprelo en las librerías. ¿Quiere usted el libro de Magno más caro?, cómprelo en la calle directamente firmado por el autor. Pero más caro o más barato, en verdad vale la pena que usted lo lea. Doy fe.