A las tres horas de la madrugada del 26 de junio de 2008, Roberto Williams realizó su mayor danza y andanza. Logró atravesar el umbral que lo conduce al Mictlán. Su vida en la tierra queda inmortalizada en una vasta obra no sólo antropológica sino también humanista y, por supuesto a través de sus hijos Roberto, Guadalupe y Francisco. Este día el Maestro fue despedido por la comunidad universitaria con un merecido homenaje. Conservará amigos por siempre en el Museo, el Instituto de Antropología y en la comunidad cultural de Veracruz. Fue publicado, en esa fecha,  por la también finada Gina Sotelo en «Universo». Foto de UV.