La mejor película de los últimos 30 años.
Marco Aurelio González Gama
Acabo de ver una gran película que recomiendo ampliamente, está en Netflix, se trata de «El Padre» (The Father, UK, 2020), de Florian Zeller (París, Fr., 1980), un drama muy bien contado que narra la vida de Anthony (Anthony Hopkins), un anciano de 84 años por cuya avanzada edad su cerebro empieza a desconectarse de la realidad, la demencia senil se apodera irremediablemente de su cerebro, un cuadro escalofriante y, tal vez, ineludible para quienes rondamos la tercera edad. Es una película que da para pensar mucho acerca de la edad y los estragos que, a veces, la acumulación de los años conllevan naturalmente para el organismo humano. Es una cinta confusa, laberíntica y desconcertante, en donde el realizador juega con el espectador, vamos, con ustedes y conmigo, en donde lo que parece ser no es en realidad y viceversa. Para no hacer spoiler, simplemente véanla, Anthony Hopkins (31 de diciembre de 1937, Margam, U.K.) y Olivia Colman (30 de enero de 1974, Norwich, U.K.) —la reina de «The Crown— están espléndidos en su papel de padre e hija. A propósito de este gran actor británico, el mejor sin duda de su generación y muy probablemente de los actuales con vida, Pacino, de Niro y Nicholson, olvidé comentar, con un retraso de dos años, que en 2021, concretamente en el mes de febrero que fue su estreno, se cumplieron 30 años de «El silencio de los inocentes» (The Silence of the Lambs, 1991), una de las joyas del cine de suspenso de todos los tiempos. Es una de las tres únicas ganadoras de los cinco principales premios de la Academia en su historia: mejor película, dirección, actor, actriz y guion adaptado, junto con «Sucedió una noche» (1934) y «Atrapados sin salida» (1975) . Las actuaciones de Anthony y de Jodie Foster son antológicas, él en su papel de un sofisticado y exquisito esquizoide —me disculpan la cacofonía—, el ya icónico villano Hannibal Lecter, un despiadado asesino, sociópata (psicópata) de insanas costumbres canibalescas que gustaba almorzarse a sus víctimas, en especial su hígado y cerebro; y Foster, en su no menos icónico papel de Clarice Starling, una cándida y novata detective del FBI, en vías a especializarse en temas de contenido psicológico y casos difíciles de psiquiatría. Los dos grandes actores protagonizan un duelo de actuación, de un lado la fuerte personalidad del asesino implacable, de mirada aterradora y burlona y, del otro, una bisoña pero audaz e inteligente detective, que acude al terrible Lecter para que la ayude a resolver un caso extremo de extraños feminicidios. ¡Ufff!, dos actuaciones como de museo, con una impecable dirección a cargo de Jonathan Demme, por cierto fallecido en 2017.