100 años.
Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
En 100 años quizá no seremos absolutamente nada, ni recuerdo. Hoy los que viven angustiados por perder juventud y belleza, tendrían que detenerse a pensar, que en 100 años serán polvo, y que de nada servirá ni el botox, ni la dieta keto, ni lograr portar ropa de marca o tener la casa más grande o el carro más veloz, todo será basura después de nuestra partida para alguien más y en 100 años, seguramente ni siquiera existirán. A como estamos avanzando, y con la tecnología en el asecho de nuestra existencia, donde la virtualidad se apodera de la realidad, en 100 años, esta se ocupará solo de registrar lo que hiciste en ella.
¿Ha pensando alguna vez, que pasará con sus pertenencias en 100 años? ¿Alguna persona tendrá referencia sobre su persona?
Hace 100 años vivía mi abuela, era joven y bella. De ella tenemos un par de fotos, y hace algunas semanas ví su libro de partituras de piano. Todos sabemos que era una gran pianista. En él vi su nombre escrito de puño y letra y fue una gran sensación que solo se acompañó de la imaginación porque no sé realmente nada sobre ella, más que datos que han ido pasando de generación en generación. La realidad es que ni siquiera su apellido perduró, pues al ser mujer, este pasó a segundo plano y todos tienen presente al abuelo (que definitivamente también es parte importante de la familia) pero que fulminó el sello del lado materno.
Más allá de posiciones feminista o patriarcales, la reflexión va a concientizar, qué será de nosotros, de nuestro recuerdo, de nuestras huellas en 100 años. Cuando un siglo haya pasado, si es que llegamos a tener nietos, sus hijos perpetuarán nuestro paso por este plano. Pero será solo eso un recuerdo, una historia, un momento, le aseguro que ni su coche, ni ese lindo vestido por el que tanto dejó de comer para que le viniera, ni la casa de sus sueños, ni su teléfono celular, ni el libro que tanto adora, serán objetos de valor para alguien.
Todo se acaba. Todo. Nada dura para siempre, aunque es difícil aceptarlo.
¿Qué estamos haciendo hoy para no ser solo un suspiro?
Dentro de un siglo, es muy probable que desconocidos estén ocupando nuestras casas y nosotros estemos enterrados o esparcidos en algún lugar del mundo.
Es fuerte enfrentarlo, pero es real. Estamos de paso y poco lo entendemos y pasamos el pocos lapsus que se nos otorga enfrentando batallas banales y persiguiendo locuras efímeras. Vivimos poco el hoy, y sin dudas, nada el mañana.
No nos queda más que disfrutar en consciencia. Amar sin precedentes y si acaso, hacer el bien sin medida, porque definitivamente es lo único que realmente dejará huella.
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