Originario de la ciudad de Córdoba, Luis Alfonso Castillo Pardoa sus 60 años se desempeña como asesor en la Cámara de Diputados. Desde el Congreso de la Unión levanta la voz por las personas que, como él, viven con alguna discapacidad física.
Me Atreví a Soñar Sin Ver es el nuevo libro de Luis Alfonso, un hombre que sufre ceguera total y que es fundador de la primera escuela para ciegos en Córdoba. Se trata de una autobiografía escrita de manera novelada en la que transmite emociones y permite que el lector se introduzca de lleno en la trama.
“Esta obra es el resultado de mi inquietud de poder compartir mi testimonio de vida, de cómo gracias al amor propio, a las ganas de vivir y del respaldo de nuestros seres queridos, podemos superar obstáculos, cuando pareciera que ya no hay más por hacer”, comparte.
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Luis Alfonso perdió la vista por completo a sus 18 años. La noticia fue casi devastadora para él, al grado de que intentó quitarse la vida debido a la depresión que tuvo tras el diagnóstico de ceguera total. Pensaba que ya no tenía futuro.
“Me encontraba en un abismo que me llevó a pensar en el suicidio como única alternativa para salir del sufrimiento. ¿Alguna vez han pensado dejar de disfrutar de todo lo que sus ojos les permiten ver? Es algo que no se le desea a nadie que, de un mundo de colores, de pronto vivas en un mundo de oscuridad”, señala.
QUERER ES PODER
Luego de que su vida cambió en 1981, cuando quedó ciego por completo, Luis Alfonso Castillo pasó de la depresión a la esperanza. Ya con una discapacidad y haciendo a un lado cualquier barrera, estudió la licenciatura en Derecho.
Su currículum vitae resume su perfil profesional como: licenciado en Derecho, licenciado en Ciencias y Técnicas de la Comunicación y locutor y productor de radio. Además, es conferencista en desarrollo y crecimiento personal, autor del libro Me Atreví A Soñar Sin Ver y del libro oral Primera Colección Legislativa Para Las Personas Con Discapacidad.
“Al reflexionar en la realidad que estaba viviendo me di cuenta que, en mi mente y en mi corazón, se encontraban las mejores herramientas para alcanzar mis sueños más extraordinarios. Entonces me decidí a sacar lo mejor de mi fortaleza interna para enfrentarme a la pobreza, al rechazo, a la discriminación y a todo aquello que pudiera limitar mis aspiraciones”, aseveró.
Luis comparte que, desde menos de cero, empezó a recuperar su autoestima, a nutrirse de conocimientos hasta lograr una mejor versión de sí mismo. Hoy su mensaje es demostrar cómo un ser humano, a pesar de sus adversidades, es capaz de conquistar sus sueños y metas anheladas.
CON CAPACIDADES ESPECIALES
Castillo Pardo sabe realizar puntos de acuerdo, iniciativas de ley, dictámenes parlamentarios, actas de sesiones e informes de trabajo. También conoce los diversos géneros periodísticos en los medios de comunicación, hablar en público, hacer ruedas de prensa, anuncios publicitarios y propagandísticos y organizar eventos.
Trabaja en la Cámara de Diputados desde hace 19 años, donde ha colaborado como asesor en la Comisión de Relaciones Exteriores, en la Comisión de Desarrollo Social, en la Comisión Especial de Vigilancia y Seguimiento de la Industria Azucarera y en la Comisión especial de Seguimiento a las Actividades Realizadas por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial.
También fue asesor en el Senado de la República en la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables y en la Comisión de Desarrollo Social. Fue regidor en el ayuntamiento de Córdoba, periodista y catedrático universitario.
“He sido analista político y escribí la columna: ¡Y Aguas Que No Veo! Debo agradecer a todos los que me han dado su voto de confianza y espero que, pronto las personas débiles visuales podamos contar con más espacios de atención, tanto en materia educativa como de salud, espacios en la vía pública, oportunidades de empleo, como también empatía y respeto”, dice.
En su libro Me Atreví A Soñar Sin Ver, Luis Alfonso cuenta todo lo que tuvo que hacer para lograr que en Córdoba se fundara la primera escuela para ciegos, cristalizándose el proyecto el 3 de septiembre de 1986.
Además, reconoció a todas aquellas personas que se unieron a él en esa noble causa, de manera muy especial. Citó a Magdalena González Ruiz, mejor conocida como la Tía Malena, como la benefactora más importante de lo que hoy es Ciegos Fundación Roma, A. C.
“Me siento muy bendecido y sin derecho a quejarme. Obviamente hay cosas complicadas, pero muy bien gracias a Dios, ya realizado en muchas cosas, quedé ciego muy chavo, tenía ganas de suicidarme y hoy, con esta trayectoria, comparto mi tiempo y a mi hija Sara Virginia, de mi primer matrimonio; mi esposa falleció por cáncer”, revela.
Su hija mayor tiene 21 años y estudia la licenciatura en Relaciones Exteriores. Su segunda esposa se llama Miriam Roa Morales, con la que procreó un hijo que responde al nombre Luis Ronaldo y cuenta con cinco años, a quienes motiva porque, asegura, son su mejor ejemplo de perseverancia y deseos de triunfar.