El callejón de los trancazos

 

Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo

 

 

Andrés no hace otra cosa que llamar a Xóchitl al “callejón de los trancazos”, (usted le puede colocar un adjetivo más jarocho si gusta) pero meterse ahí sería el peor error que la Gálvez pudiera hacer, ella dice que hay que tomarse con humor la contienda, yo le recomiendo que se lo tome a litros porque le va a hacer falta, y sea inteligente no dejándose llevar, sino darle la vuelta, todos sabemos que no hay nada mejor que empatizar a base de emoción y ella es buena para eso, ya la ví en un par de entrevista saltando en emociones y hasta derramando un par de lagrimitas (sin exagerar) cosa que le aplaudo, pero más que drama, la gente quiere cosas buenas, hechos simples, storytelling que les penetre en la psique y que los espejee.

 

Es por ahí Xóchitl.

 

De un par de semanas a la fecha, veo a Andrés todas las mañanas “tirándole el maicito” a Xóchitl, intentando a toda costa, entre risista y risita, sacarla de sus casillas, pasándose la ley por el arco del triunfo (perdone usted, pero no se me ocurre de que otra forma más describirlo) y haciendo todo aquello que él mismo hace seis años, y hace 12 y durante toda su vida política reprobó, señaló y criticó, pero que ahora que él tiene el poder, hace sin mayor vergüenza. Y es que una cosa es estar dentro de palacio que fuera del él, ¿verdad Andrés?

 

Ha sacado a la luz pública incluso información sensible y confidencial de la mujer que saltó sin esperarlo a la contienda y que de pronto más que adversaria de las corcholatas se volvió la adversaria de el inquilino número uno de Palacio Nacional. Porque el que quiera creer que las elecciones presidenciales serán una contienda entre algunos mexicanos que alzaron la mano para ser candidatos de sus partido y sus ideología, pues está perdido. La contienda del 2024 será una contienda entre Don Andrés y él o la valiente que despunte para darle combate. La cosa es que ni si quiera hemos llegado a septiembre y las denuncias vuelan y al parecer se empiezan a hacer un recurso al que penosamente nadie hace caso y cuando digo nadie, es porque, si denuncian a nuestra figura presidencial, y éste en lugar de acatar, dar ejemplo y considerar los actos más razonables ante este tipo de reflejo de incomodidad, éste hace todo lo contrario, las ignora, pasa por alto, e incluso, sigue y sigue incurriendo en todo aquello que se le ocurre para aplacar, para denostar, la figura de la única que hasta ahorita he escuchado decir “yo no le tengo miedo al presidente”. Declaraciones fuertes, realmente, pero bien ganadas, pues por desgracia hemos estado viendo a un Andrés descolocado, poniendo palabras en la boca de alguien que no las dijo, aludiendo a hechos para sembrar cizaña, creando posturas tendenciosas, o como dicen los jóvenes de ahora, sembrando odio entre las masas, para que estas en redes se peleen, y lo sigan cual zoombies.

Y a ella que apenas empieza obvio la desgasta. En comunicación política hay que ser muy inteligente para que ese desgaste no fulmine. Andrés es un experto en propaganda, sigue los 11 principios de Joseph Goebbels (Jefe de propaganda Nazi, mano derecha de Adolfo Hitler)  al pie de la letra, ¿los conoce?

Si no es así aquí se los describo y le dejo de tarea que los encuentre en el discurso de Andrés, le aseguro que será una tarea que no le quitará mucho tiempo.

 

  1. Principio de simplificación y del enemigo único. (Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo)
  2. Principio del método de contagio. (Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada)
  3. Principio de transposición. (Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan)
  4. Principio de la exageración y desfiguración. (Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave)
  5. Principio de la vulgarización. (Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar)
  6. Principio de orquestación. (La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas)
  7. Principio de renovación. (Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones)
  8. Principio de la verosimilitud. (Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias)
  9. Principio de la silenciación. (Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines)
  10. Principio de la transfusión. (Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas)
  11. Principio de la unanimidad. (Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad)

 

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