¡¡ Charla con Saucedo… !!
*Difícil contar con amigos que no saben de la cultura del esfuerzo y del trabajo…
*El Veracruz Puerto que nos tocó disfrutar y que ya se fue…
“En la prosperidad, nuestros amigos nos conocen; en la adversidad, nosotros conocemos a nuestros amigos”
Alfonso Mora Chama
Lo tuteo porque en esta amena y honesta charla, se permitió y las coincidencias, anécdotas y los datos que concuerdan del Veracruz puerto que ya se fue pero que nos tocó admirarlo, el paso del tranvía hacia el centro de la ciudad jarocha, el equipo de los Tiburones Rojos del “loco” José Luis Aussin, de la “cuca” Herrera, de Mariano Ubiracy y Batata… la vieja terminal del ADO cerca de Bomberos y del Cristo del Buen Viaje, de su esfuerzo para trabajar en Tamsa y estudiar, nos hizo entrar en la nostalgia por esta etapa de estudiantes que no podrán contarnos porque la vivimos, sufrimos y superamos…
Me refiero al excelente amigo, destacado Notario que sabe qué es litigar porque así se inició en la abogacía, Francisco Saucedo Ramírez, mientras disfrutábamos de un desayuno en Arcos de Belem, añorando este negocio cuando lucía su comal con tortillas elaboradas a mano, en la entrada y la nutrida concurrencia que, ahora ya modernizado disminuyó su clientela… pero sigue siendo el lugar preferido nuestro.
“Alfonso, yo trabajé en Tamsa, fui obrero en mi etapa estudiantil ¿ y sabes qué ? salía de mi domicilio allá por el “Ciriaco Vázquez”, pasaba a comprar el pan para las tortas en la “Colón” y tomaba el autobús que nos trasladaba a Tamsa precisamente en el parque Zamora, a la hora del almuerzo con todos los compañeros colocábamos los alimentos y yo con mis diez tortas, comíamos de todo lo que se llevaba… me considero en una parte de esta formación, producto del esfuerzo del trabajo, y no lo niego y veo que tú Alfonso también luchaste en tu época estudiantil para salir avante y lo estás demostrando profesionalmente”.
“Veo en ti Alfonso que no sé cómo le haces, cómo te ordenas pero recorrer los lugares, los municipios y estas buscando la noticia, porque así debe de ser, no estar detrás de un escritorio o en un café esperando a ver qué sucede… sigo tus columnas, tus viajes en autobús, la manera en que le escribes a Teocelo, como disfrutas con tus hijos y nietos… sigo tus pasos y así me sucede a mí, nada ha sido gratuito y coincidimos en que disfrutamos ese viejo Veracruz de la nostalgia, del barrio de la Huaca, del querido equipo de fútbol Tiburones Rojos del Veracruz, de la “Cuca” Herrera, de José Luis el loco Aussín, Mariano Ubiracy, a Batata, Hugo Frank, Tranquilino Velásquez, el portero Elizondo… vivimos el romanticismo del “Negro” Peregrino, cuando se le encontraba por las noches en el Parque Zamora, las taquerías del centro de Veracruz, ya desaparecidas… mi trato con la flota de Tamsa, de sus dirigentes, Porfirio y Gervasio Triana, el Veracruz de los pregoneros…
Las enchiladas del amigo abogado, Saucedo, se notaban deliciosas, mis huevos revueltos con el chile seco, llamado el platillo “huevos al albañil”, el delicioso café americano… hacían más placentera la charla:
Tuviste un gran maestro, casi nada, Alfonso Valencia Ríos, inteligente, excelente redactor, estimado y admirado en el puerto… interrumpo al Notario Saucedo:
De él aprendí a escuchar y grabarlo en la mente. Se pierde más tiempo escribiendo. Del maestro Valencia Ríos se aprendía todos los días, no solamente en el salón de clases, también en la mesa de un café… su narrativa, su agudeza, su pregunta y recuerdo que me decía… “podrás tener como entrevistado al personaje más chingón, pero si no sabes preguntar, ya valió”.
No es fácil llamarse periodista, Alfonso. Es mucha responsabilidad, además de la formación, de la preparación y de la honestidad…
Muy cierto, le contesté al amigo Saucedo, muchos de los que se llaman periodistas por el simple hecho de portar un chaleco y una credencial, y lo he manifestado en nuestros eventos de Periodistas Unidos de Coatepec, del 7 de junio, movidos por el rencor y la envidia destruyen honras, ofenden la belleza y aplastan la capacidad o convierten a los enanos en gigantes o viceversa… aunque debo decirlo también, la ignorancia y la ineptitud de nuestros políticos y funcionarios de provincia, los hacen más peligrosos para el periodista que se atreve a cuestionarlos. No juzgamos, solo cuestionamos. Solo que a muchos de ellos, ya conocidos por la ciudadanía se les mete la mierda en la cabeza cuando ostentan el poder.
“Alfonso, yo trabajé y aprendí con uno de los mejores Notarios del puerto, no soy ningún improvisado y desde 1986 que llegué a Coatepec, tengo mi lugar gracias a la seriedad de mi trabajo, me gusta cumplir y hasta la fecha nadie me podrá señalar que no les he cumplido… amo mi trabajo, amo a mi familia, a mis nietos, juego con ellos hasta hacerme sudar, le doy ese valor a la vida y me siento agradecido con ella, con la vida…
Y eso que en mi etapa de estudiante mis amigos y compañeros fueron porros aquí en Xalapa, pero eran del puerto, los “Cachuchos”, por ejemplo y otros más que vivían en la casa de los estudiantes allá por Santos Degollado y donde inicia la Murillo Vidal. Conocí el bar Las Palomas, ahí nos reuníamos con otros estudiantes y eso me ayudó para entender con quién debo tomar y disfrutar de un momento agradable, no desagradable… si me gusta la bohemia, los corridos, la música folklórica de México, no entiendo por qué solamente se escucha en estos días patrios… en fin.
Conocedor de la historia del fútbol mexicano, partidario de las Chivas, testigo de las hazañas de Chava Reyes, Héctor Hernández Chololo Díaz, Cabo Valdivia, Tigre Sepúlveda, Bigotón Jasso, Cura Chaires, campeonísimo en verdaderos torneos, no como los de ahora, cortos… admirando al Cinco Copas la Tota Carvajal…
Lo más confortante y respetuoso de la charla, jamás apareció en la mesa el celular del abogado Saucedo… cero llamadas, cero mensajes, cero uso. Por mi parte, menos, no llevaba celular.
Los compromisos en la Notaría 3 de Coatepec de Francisco Saucedo esperaban y salimos de Arcos de Belem, agradecidos con la vida, con Dios y que gracias a la etapa de pupilo y del esfuerzo, del trabajo y de la responsabilidad, se aprecia este paso terrenal.