Malú Ricaño
Agustín Basilio de la Vega
El pasado 14 de septiembre la maestra Luz María Escobar de Ricaño pasó a la presencia del Padre después de una vida ejemplar y de haber sido, generosamente, una maestra para muchos niños y jóvenes que con ella aprendieron literatura, poesía, oratoria, declamación y sobre todo gusto por la vida y el buen arte.
Su familia, amigos y alumnos despedimos su cuerpo mortal en el templo de María Madre con una ceremonia litúrgica que presidió el padre Francisco Palmeros. Muchas personas asistimos a celebrar la vida de doña Malú y a agradecer la oportunidad que tuvimos de conocerla y de gozar de su cariño y amistad. También, sabedores de su fe en la resurrección, asistimos a la asamblea eucarística para dar gracias a Dios por su vida terrenal y a pedir por su pascua.
Me conmovió profundamente un mensaje de una de sus alumnas que desde el extranjero envió a su familia: “Para mí, doña Malú fue una persona muy importante en mi vida. Aún recuerdo la primera vez que fui a su casa a mis 7 u 8 años. Desde entonces, no sólo me ayudó a desarrollar sensibilidad artística y descubrir el gusto por la poesía y la declamación, sino también nos regaló su amistad a mí y a mi familia, e incluso se ofreció ser mi abuelita sustituta.”
Mas adelante, ante la imposibilidad de venir a México a sus exequias escribió: “Quedan en mis recuerdos su voz, su sonrisa, sus expresiones con una gran gama de sentimientos, su forma impecable de arreglarse, sus fiestas de cumpleaños al lado de la maravillosa familia que formó, su gusto por la vida, su cariño… doy gracias a la vida por haberla conocido, gracias a ustedes por haberme abierto las puertas de sus casas y sus corazones en estos últimos años.” Como esta alumna suya, muchos otros pueden dar testimonio de su incansable trabajo y sobre todo de su vida ejemplar.
En lo personal, yo también agradezco a Dios la amistad que me brindó doña Malú a mí familia y a mí. Recuerdo que me decía que leía mis artículos con mucho interés, tal vez por su amabilidad que era desbordante, pero sus palabras, y presiento que ella lo sabía, fueron para mi alentadoras. Muchas veces me obsequió del rompope que hacía, pero el regalo mayor fue su sincero cariño.
Santa Teresita de Lisieux, murió de tuberculosis y de frío, tras una agonía especialmente terrible, no obstante, escribió: “No muero, entro en la vida” también nosotros sabemos que doña Malú esta ya gozando de la presencia de Jesús resucitado y además se queda entre nosotros su recuerdo y su poesía
Adiós doña Malú y con las palabras del escritor francés Víctor Hugo decimos: “¡Rezad, creed, entrad en la vida! Éste es el padre, éste es Dios, esto es vivir, esto es la resurrección”. Un abrazo a la familia y sus alumnos.
X @basiliodelavega 17 de septiembre de 2023