Nadie sabe lo que tiene…
Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo
Esta vez seré muy breve. Voy a ir al grano de una. Porque creo que no se debe perder el tiempo y postergar valorar todo lo que tenemos alrededor. Nos quejamos de que hay que ir a trabajar, pero no agradecemos que tenemos trabajo. Criticamos q nuestra pareja y la señalamos incansablemente pero no nos detenemos a pensar que la tenemos y no estamos solos. Son ejemplos sosos, lo sé. A lo que quiero llegar es que tardamos mucho es reconocer y sentirnos dichosos con lo que tenemos. Y es que nos perdemos deseando lo del otro.
Ya sé que suena a cliché, pero como ya ve que a los seres humanos nos encanta tropezarnos una y otra vez con la misma piedra (y ya hablamos la semana pasada de lo valioso del error), también es un hecho, que hasta que perdemos aquello que no supimos valorar y nos quedamos (literal) “chiflando en la loma” (como dirían algunos) es que reconocemos que fuimos afortunados y que no supimos hacer lo correcto con las bendiciones o fortunas que la vida nos presenta.
Nos encanta la quejadera y la victimización, somos campeones olímpicos en restregarnos a nosotros mismos, todo aquello que no tenemos y por lo que “debemos” ser infinitamente infelices o lo que es peor, nos pasamos la vida criticando a el prójimo sin fijarnos que nosotros podemos estar cayendo en situaciones mucho más adversas.
Y cuando por fin la vida nos cobra con creces, chillamos sin reparo y hasta entonces, evidenciamos que perdimos harto tiempo y que sin más, nos hemos quedado sin eso que nos hacía tan felices, pero que en su momento por estar tan distraídos en posiciones tan egoístas, dejamos pasar como agua que se nos va entre las manos.
Nos taladran en la cabeza que agradezcamos, que valoremos, que disfrutemos el presente, pero no. Vivimos añorando el pasado o anhelando un futuro incierto.
Se trata de vivir el presente con todos sus matices. De saborear lo negro y disfrutar de lo blanco. De reconocer todas las dimensiones que nos toca navegar, para no tener que mirar atrás y añorar. Antes de dormir le pido que haga el ejercicio de cambiar de negativo a positivo las declaraciones banales que hace durante el día. Estamos vivos. Respiramos. Sentimos. Tenemos.
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