Pinturas de mi pueblo.
Juan Noel Armenta López.
Quiero cantar al río, que con cuerpo de agua fresca, baña campo y floresta, con su dulce desafío. Por las cuencas de la tierra, penetras al lodazal, bajas por toda la sierra, vas en busca de la mar. Eres el gran río, inspiración de poetas, en el sonido llevas canción, y tu belleza en las notas. Por tu grande cauce, corre la vieja rama, y mientras brinca la rana, hay lágrimas en el sauce. Cuando sopla el viento, con su cálido aliento, la cara del sol asoma, la planta mece al rocío, atrasito de la loma. La azucena y el rosal, el camote y la malanga si quieren seguir viviendo, necesitan de tus aguas. Por influjo de corriente, se desgaja el jinicuil, y corre por la vertiente, lo mismo que el perejil. Cuando el faisán baja sediento, a tomar el líquido de tu sangre, el colibrí agita sus alas, suspendido por los aires. El polen presuroso, se desprende de las flores, cae en tus aguas viajero, en busca de tus amores. Y el agua fría de la montaña, que nos arranca suspiros, nos despierta los sentidos, cuando quiebras la baraña. Eres tan bello mi río, que la cultura te atrapa, por eso estás en las cuerdas de la jarana y el arpa. En las noches de reposo, al verte baja la bruma, acaricia tus entrañas, y das reflejo a la luna. Sacias la sed del caballo, toma tu agua el conejo, y de acaloradas distancias, vienen a ti desde lejos. Pocos tenemos el “don”, para admirar la belleza, la frescura de una rosa, que a todos nos embelesa. Siempre serás bello río, sigue tu largo camino, es parte de tu destino, darle vida al caserío. Al bajar por la montaña, acaricias con tu cuerpo, a bellas sirenas que mojan, cabellos de pelo negro. Esto fue un remanso de paz y tranquilidad en estos difíciles tiempos de incertidumbre. Reciba el lector una caricia espiritual de aquellos que tenemos ansias de seguir con vida. Gracias Zazil. Doy fe.