«Doña Malacota le pidió a su esposo don Chinguetas: «ve a traer el pan de la merienda». La panadería estaba a la vuelta de la esquina y la señora se extrañó de que su marido estaba tardando mucho. Salió a buscarlo y alguien le dijo que lo había visto entrar al Hotel Hucho en compañía de una mujer cuyo oficio se adivinaba a primera vista. Fue al susodicho hotel, le pidió al asustado recepcionista que le entregara la llave del cuarto correspondiente (era el 210) e irrumpió violentamente en la habitación. En efecto, ahí estaba su marido en trance de coición con la pindonga: ¡»Chinguetas!- le gritó doña Malacota en paroxismo furico?. -¿»Cómo explicas esto?. Volvió la vista el casquivano señor- se hallaba en la tradicional postura del misionero- y respondió con toda calma -«Ya se había acabado el pan». Lo publicó Catón en «Reforma».